La pandemia nos ha obligado a cambiar métodos de trabajo y a aprender rápidamente el funcionamiento de las nuevas tecnologías para seguir con nuestras obligaciones laborales y de relaciones personales.
Jaume Llopis. Profesor de Dirección Estratégica y Organización de IESE Business School.
Las empresas, universidades y escuelas han hecho un gran esfuerzo para adoptar todo tipo de medios tecnológicos y audiovisuales para seguir con la actividad laboral y docente. El teletrabajo se ha convertido en una práctica cotidiana e imprescindible en nuestra vida y ha venido para quedarse, aunque opino que no deberíamos abusar.
El teletrabajo es más habitual y lógico en algunas actividades profesionales, pero creo que no tanto en el mundo de la empresa. El contacto personal con el equipo, con los clientes, con los proveedores, con todos los stakeholders, es imprescindible y mucho más útil y productivo que el que se produce desde una pantalla.
En una reunión de trabajo o en un consejo de administración, tan importante como atender al que habla es ver la reacción del resto de participantes, su grado de interés, el comentario a la oreja del compañero de al lado, las charlas informales en la pausa-café, mirar a los ojos y el lenguaje corporal.
¡Cuántas ideas y opiniones obtenemos durante una comida, frente a la máquina de vending o paseando por la empresa! ¡Cuán importante es el MANAGEMENT BY WANDERING AROUND! Seguro que con el aprendizaje del on-line y los medios tecnológicos a nuestro alcance no será necesario visitar una filial, delegación o un cliente tan a menudo como hacíamos antes, pero es absolutamente necesario. Aprendo y veo más cosas visitando el almacén de un cliente que leyendo diez informes.
Con nuestros colaboradores, con nuestro equipo, VALE MAS UN ABRAZO QUE MIL WHATSAPPS.
Sin duda el teletrabajo ha venido para quedarse, pero no tanto. Creo que se mantendrá en un 25/30% como máximo, y que volveremos a la normalidad y a la naturalidad. THE MORE HIGH TECH, THE MORE HIGH TOUCH.
Y, por último, una sugerencia para los bancos. La transformación de todas las operaciones al on-line es frenética y excesiva. La calidad del servicio ha disminuido mucho y se es terriblemente injusto y discriminatorio con la gente mayor que no utiliza ni utilizará nunca servicios on-line. Los bancos, pues, deberían obligatoriamente potenciar además del ON-LINE el OLD-LINE.