Las organizaciones son comunidades de personas con mente, corazón y aspiraciones que comparten un fin. Los hábitos adquiridos y los aprendizajes realizados hacen que, en ocasiones, imperen modelos de liderazgo más autoritarios o jerárquicos, y no tanto un liderazgo humanista. A continuación, se enumeran algunas de las claves para ejercer este segundo tipo de liderazgo.
almudena eizaguirre. Directora general de Deusto Business School.
1. El equipo. Es crucial descubrir las fortalezas de cada persona y pivotar sobre dichas competencias. Es necesario aceptar las propias limitaciones y las de los demás, y también lo es dedicar tiempo a conocer qué es importante para las otras personas.
2. El rumbo. Es importante conectar lo que cada persona quiere con el rumbo del equipo y de la organización en su conjunto, de forma que, aunque no responda al 100% de los intereses de nadie, sí se establezcan espacios para que las personas y grupos puedan trabajar para ver cumplidas sus aspiraciones más importantes. Un equipo que no conoce el rumbo “pica piedra en lugar de hacer catedrales”.
3. La inspiración. El líder debe trabajar para ser ejemplo y fuente de inspiración, y debe saber que, aunque no es posible hacer que otras personas hagan cosas, sí se puede influir y se pueden crear contextos propicios para ello. Además, es importante que las expectativas estén claras. No somos responsables de cubrir todas las expectativas de las personas, pero sí de conversar acerca de ellas, y, en su caso, ajustarlas.
4. El cambio. Un equipo con un rumbo claro, alineado con la misión, motivado y cohesionado puede llegar muy lejos. El futuro no está escrito. En un entorno cambiante como el actual, el/la líder ha de generar confianza en la brújula y no en el mapa.
Hay que recordar que el liderazgo humanista permite gestionar equipos trazando el rumbo y logrando un equipo alineado que motive e inspire a las personas, y que, fruto de todo ello, logre alcanzar las metas marcadas.