La COVID-19 obliga a organizaciones y trabajadores a enfrentarse al cambio. Sin embargo, una encuesta de SAP, líder europeo en soluciones informáticas para empresas, avisa de que más del 80% de las personas quiere que sus dimensiones laborales sigan siendo las mismas. La resistencia al cambio es natural y humana, y debe examinarse, también, desde un punto de vista neurocientífico.
andres raya. Associate Dean of Programmes de Esade Executive Education.
Las herramientas que muchos utilizamos no abordan las causas, sino los síntomas de esta resistencia. Comunicación, incentivos y claridad de objetivos son las áreas en las que trabajamos de forma casi exclusiva para hacer frente a los agentes del cambio. En cambio, los estados de ánimo o la estimulación neuronal son elementos que pocas veces consideramos.
Las investigaciones muestran que el entrenamiento cognitivo puede ayudar activamente a los individuos a enfrentarse al cambio y que solo una formación que desafíe al cerebro en términos de adaptación produce resultados a largo plazo.
Cuando se enfrenta a un proceso de toma de decisiones, el cerebro implementa una ‘reducción de la ambigüedad’. De ahí la tendencia a reutilizar enfoques habituales y conocidos que ya funcionaron en el pasado. Solo el 5% del tiempo operamos a través de la mente consciente y creativa, mientras que el 95% restante usamos programas y hábitos almacenados en el subconsciente; de estos, el 70% son negativos, autosaboteantes y limitantes.
Algunas de las creencias más dañinas que cultivamos inconscientemente frente al cambio son:
• “No es el momento adecuado”
• “No soy un experto”
• “Voy a fracasar”
Para ir más allá de los propios límites, podemos tomar como ejemplo algunas plasticidades del cerebro infantil:
. Fomentar y alimentar la curiosidad: los niños tienen una curiosidad innata por todo lo que les rodea y gracias a ello su capacidad de adaptación es inmensa.
. Superar el miedo a equivocarse: cambiar significa perdonarse el error.
. Hacer las cosas con pasión: desarrollar lo que nos apasiona nos invita a mejorar, que es la cara positiva, aunque escondida, del cambio.