AMELIA PÉREZ ZABALETA. Decana-presidenta del Colegio de Economistas de Madrid (CEMAD).
LAS PERSONAS DEJAN HUELLA
Las personas dejan huella. Y los crecimientos poblacional y económico dejan su huella en el medio ambiente pues provocan degradación de los ecosistemas naturales y pérdida de biodiversidad, tanto por el exceso en el empleo de recursos naturales como por los efectos externos negativos de la producción o del consumo, y por la acumulación de desechos. Por todo ello, han surgido metodologías y herramientas de diagnóstico para cuantificar la sobreexplotación de los recursos naturales y la destrucción del medio ambiente.
Entre los indicadores más destacados para evaluar el impacto ambiental se encuentran las denominadas “huellas”, como la huella ecológica, la huella ambiental, la huella de carbono o la huella hídrica. El conocimiento de las huellas permite un análisis global de la sostenibilidad de una determinada región, una actividad, etc., ya que reflejan las consecuencias de la actividad humana y empresarial desde distintos enfoques.
La huella ecológica evalúa el impacto de un modo de vida sobre el territorio y, por consiguiente, su sostenibilidad. Este indicador se confunde habitualmente con la huella ambiental, herramienta de medición y evaluación del desempeño ambiental de productos, servicios y organizaciones desde una perspectiva de análisis de ciclo de vida a través de diferentes categorías de impacto ambiental.
Otro indicador del impacto ambiental es la huella de carbono, que valora la totalidad de gases de efecto invernadero por efecto directo o indirecto liberados por un individuo, una organización, un evento o un producto, y evalúa la contribución al cambio climático de una empresa, un producto, un servicio o una actividad humana. La huella de carbono supone aproximadamente el 50% de la huella ecológica total.
Por último, la huella hídrica, la más joven de las huellas, considera el impacto real de las actividades humanas sobre los recursos hídricos y mide el volumen total de agua dulce utilizada, tanto de forma directa como de forma indirecta, para producir los bienes y servicios consumidos o producidos.
El modelo de economía lineal, basado en la producción y el consumo, ha dado paso al de economía circular en el que se trata de reducir, reciclar y reutilizar los recursos para lograr la sostenibilidad.
El proverbio “El buen caminante no deja huellas”, atribuido a Lao-Tse, puede considerarse referente como objetivo de la sostenibilidad ambiental. Por ello, es preciso diagnosticar, medir, compensar y dejar una buena huella.