Emprender o no emprender, esa es la cuestión. Pese a que el concepto emprender ha evolucionado, se percibe como una actividad capaz de crear valor socioeconómico. Pero si es un movimiento esencialmente urbano, ¿será eficiente y factible su aplicación en un medio tan distinto como el rural? La respuesta a ese dilema hoy en día no admite dudas, y es afirmativa.
ÁNGEL SAN SEGUNDO HAERING. Ingeniero Industrial, asesor de start-ups, business angel, mentor y profesor asociado de diversas escuelas de negocio.
Recurriendo a los clásicos, Peter Drucker consideraba a un emprendedor como “alguien que busca el cambio, responde a él y explota oportunidades apoyándose en la innovación como herramienta básica”.
La cultura emprendedora actual tiene mucho de movilización del talento, de activación de relaciones, de innovación abierta y de captación de inversiones para crear valor en los intervinientes. Este movimiento es mayoritariamente urbano y aplicable a las grandes ciudades, donde se han desarrollado los denominados “ecosistemas de emprendimiento” en los que interactúan centros de investigación, grandes corporaciones, fondos de inversión, universidades, unidades de aceleración o incubación de proyectos y redes de business angels. Los emprendedores entran en ese modelo y sus proyectos participan en actividades de promoción a través de premios e incentivos, beneficiándose de facilidades complementarias (coworking, networking, laboratorios, formación, etc.).
En España, el emprendimiento tiene una razonable salud. Hay suficiente experiencia sobre cómo gestionar el movimiento emprendedor desde un enfoque público-privado y se dispone de buenas estadísticas, con Global Entrepreneurship Monitor (GEM) como principal fuente de información.
Se ha demostrado que ese modelo identifica soluciones competitivas y crea valor a sus intervinientes (a pesar de las elevadas tasas de fracaso) y, en suma, a la sociedad. Habida cuenta que la mayor parte del medio rural está sufriendo serios problemas de pérdida de población y renta, ¿sería capaz ese modelo de encontrar soluciones a los gravísimos problemas a los que se enfrenta la España rural?
Como es fácil de entender, el modelo no admite una traslación completa porque faltan la mayoría de los componentes del ecosistema emprendedor: intentar replicar ese modelo sin suficiente capital humano preparado ni infraestructuras básicas (telecomunicaciones avanzadas, centros de apoyo a la innovación, etc.), apenas producirá resultados. Además, se trata no solo de fomentar empresas emergentes (antiguas start-ups), sino también alianzas con pymes para que ambas salgan beneficiadas de esa conjunción de intereses. Así pues, sí hay que emprender en el medio rural, pero enfocando metas, programas y recursos sobre los problemas a resolver.
PROBLEMAS EN EL ENTORNO RURAL
La lista de problemas a resolver en el entorno rural es enorme, coyuntural y estructural. Hay pérdida y envejecimiento de población, así como un progresivo alejamiento de los principales indicadores de renta y bienestar social frente al resto del país. Este panorama se agrava en los municipios más pequeños, que cuentan con muchas menos posibilidades para superar esas dificultades. Veamos dos ejemplos conocidos, con un amplio eco en la sociedad, que quizás ayuden a entender mejor lo que las estadísticas transmiten.
– El 18 de marzo de 2023, El Mundo publicó un artículo titulado “Desierto demográfico y ganadero: en Teruel tampoco hay vacas lecheras” en el que se hacía eco del sacrificio de 200 vacas y el cierre de una explotación en el municipio de Alcorisa, de 3.200 habitantes. El encarecimiento de insumos suele estar detrás de estas situaciones, dolorosas por el impacto múltiple sobre el empleo y la fijación de la población.
– La película As bestas, basada en un caso real, presenta el conflicto en un microentorno rural entre quienes pretenden cultivar ordenadamente la tierra y quienes solo esperan las rentas de los generadores eólicos para dejar la tierra de sus padres y emigrar a la ciudad.
Según el informe Demografía de la población rural en 2020, publicado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), un municipio se considera rural si tiene menos de 30.000 habitantes y menos de 100 habitantes por km2. A partir de esta definición, el 15,9% de la población española está censada en municipios rurales en España. Estos municipios suponen el 82,0% del total y ocupan el 84,0% de la superficie española. El escenario se hace menos propicio cuando se trata de los municipios rurales de pequeño tamaño (menos de 5.000 habitantes), en los cuales vive el 9,4% de la población española, con tasas muy bajas de jóvenes, aproximadamente un 40% inferiores a las urbanas.
Otro riesgo es la despoblación, que se define cuando un municipio experimenta un crecimiento de la población negativo en el período dado y una densidad inferior a 12,5 habitantes por km2. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, en 2018 el 42% de los municipios españoles se encontraban en esta situación, configurando esa “España (en vías de ser) vacía” sobre la que pesan todavía más obstáculos y amenazas. (véase tabal 1)
EXPERIENCIAS
Desde las instancias públicas (Comunidades Autónomas, MAPA o Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico) se apoyan con fondos europeos iniciativas muy meritorias, pero de escasísimo impacto ante la gravedad del problema, como:
• Pueblos Remotos (“Vive la Ruralidad Conectada”)
• AlmaNatura (“Evitamos la despoblación diseñando alianzas público/privadas para empoderar a las personas”)
• Rooral (“Teletrabaja desde un pueblo en comunidad y vive los beneficios de la slow life, contribuyendo a preservar las culturas, reactivar las zonas rurales y reducir la brecha rural-urbana”)
• Rurarizable (“La mayor iniciativa de emprendimiento en el medio rural”)
• Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR) (“Igualdad y progreso para las mujeres rurales”)
• Grupo de Acción Local leonés Cuatro Valles y sus espacios de coworking
• Numerosas cooperativas que innovan y consiguen progresar competitivamente tanto en los mercados domésticos como internacionales
Son experiencias para considerar como sustrato para cualquier plan de regeneración. ¿Pero quién se cree que esas iniciativas pararán la sangría de recursos humanos que abandonan el medio rural? ¿Cómo es posible que semejantes avances, meritorios desde luego, sirvan para dar el gran salto cuantitativo y cualitativo necesario?
EL FOMENTO DEL EMPRENDIMIENTO ADAPTADO A LAS POSIBILIDADES DEL MEDIO RURAL
Se conoce razonablemente cómo funciona el ecosistema emprendedor, esencialmente urbano. Entre las lecciones aprendidas destaca el empleo de aceleradoras de proyectos, que permiten acortar plazos de maduración, reducir riesgos asociados, robustecer contenidos mediante asesoramiento/mentoring, facilitar conexiones con inversores, propiciar alianzas estratégicas, etc.
¿Cabría extender con los necesarios ajustes la filosofía del emprendimiento asistido en aceleradoras al medio rural? La respuesta es afirmativa siempre y cuando se diseñe una estrategia coherente con las carencias del medio rural, centrada en potenciar el capital humano y en sistematizar la búsqueda de soluciónes, apoyándose en la aplicación de la innovación en el entorno socioeconómico. El resultado serviría para retener población y crear riqueza en zonas deprimidas, así como luchar contra el cambio climático.
Un primer paso sería localizar un número reducido de comarcas donde llevar a cabo en un plazo corto (dos trimestres) programas piloto de revitalización que se sustentarían en otras tantas aceleradoras.
Un segundo paso consistiría en evaluar en los dos trimestres siguientes los resultados alcanzados, identificar medidas correctoras en su caso y preparar el despliegue nacional en las restantes comarcas elegidas el programa de aceleradoras, incluyendo la dotación presupuestaria y de recursos. De esa manera, al cabo de doce meses, el programa estaría desplegándose en todo el ámbito rural sobre bases probadas y con riesgos acotados.
Los puntos clave de esta estrategia serían:
Ante la envergadura de las iniciativas y de los recursos a movilizar, se necesitará un pacto de Estado basado en un diagnóstico incuestionable y la participación de expertos en desarrollo y ejecución de las oportunidades identificadas en el medio rural, priorizando a todas las organizaciones que llevan años trabajando en el emprendimiento rural para aprovechar sus valiosas experiencias.
La tecnología puede ser un gran punto de apoyo para retener al capital humano al hacer más productivos los cultivos las explotaciones ganaderas o el teletrabajo. Según el Informe de Cobertura de Banda Ancha en España 2021, elaborado por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, 7 de cada 10 viviendas en zonas rurales dispone de conexión fija ultrarrápida a 30 de junio de 2021.
Así pues, y a modo de resumen, el emprendimiento rural no es imposible, pero se requerirá un esfuerzo enorme para desarrollar el capital humano, identificar oportunidades, atraer inversiones y asistir técnicamente durante un largo proceso para mitigar los riesgos. El reto merece la pena porque muy posiblemente no haya alternativas.