La sociedad presenta retos como el cambio climático, que requiere acciones en relación con la sostenibilidad, o la innovación, que nos obliga a digitalizarnos y utilizar herramientas tecnológicas para adaptarnos, retos que exigen una profunda y urgente transformación economicosocial. Las empresas tienen un papel fundamental en esta transformación, en especial el colectivo de autónomos y microempresas, ya que representan el 93% de nuestro tejido económico y generan el 30% del empleo.
Elisabet Bach. Licenciada y máster en Administración y Dirección de Empresas
por ESADE, y presidenta de PIMEC Autònoms.
Las personas autónomas y las microempresas son el engranaje clave en el cumplimiento de estos objetivos por su transversalidad, porque están presentes en todo el territorio y las cifras evidencian su peso económico: representan el 80% de empresas industriales y en el resto de los sectores suponen más del 90% de los negocios. Estas cifras ponen de manifiesto que tienen una capilaridad sobrada para llegar a las diferentes actividades.
También interrelacionan con toda la cadena de valor. El resto de las empresas –pequeñas, medianas o grandes– necesitan de sus productos y servicios para funcionar y sin su adaptación sería imposible el impulso de la transformación.
Para hacer todo esto posible con la urgencia necesaria, hacen falta un conocimiento especializado, tiempo y recursos económicos, tres recursos que se encuentran de forma limitada en la actividad autónoma. Pero este no es el único frente abierto que tienen las personas autónomas, ya que, como el resto de empresas, tienen dificultades por el efecto de la inflación, la devolución de los préstamos de la pandemia y la adaptación a los distintos cambios normativos, entre otros.