El largo período de “tasas de interés cero” que siguió a la crisis financiera de 2007 “erosionó” gradualmente las ganancias de los bancos. Pero la fuerte subida de tipos de interés iniciada en Estados Unidos hace un año está agitando aún más a la comunidad financiera. No es solo una cuestión de la curva de rendimiento que ve caer los tipos largos por debajo de los tipos cortos, y que pone en entredicho el propio modelo de negocio de la banca.
Pierre Gruson. Profesor de Finanzas y responsable de la maestría en Banca y
Finanzas en Kedge Business School Bordeaux
Las quiebras bancarias recientes fueron desencadenadas por eventos muy diferentes, a veces indirectamente vinculados a los mercados, pero han puesto de relieve la vulnerabilidad de todas las instituciones financieras, incluidas aquellas que se suponía que eran más seguras porque invertían en los valores del Estado más seguros. Las grandes retiradas (42.000 millones de dólares en un solo día en el caso de Silicon Valley Bank) obligan a vender valores que los bancos pensaban que tendrían hasta su reembolso; figuraban en las cuentas por su valor nominal (100%), mientras que su reventa a precios de mercado puede provocar pérdidas de entre el 10 y el 20%.
La obsesión de los bancos centrales por luchar contra la inflación sugiere nuevas subidas para 2023. Puede que sean menores si se tienen en cuenta las dificultades de los bancos y las aseguradoras, pero el BCE se ve obligado a seguir la tendencia decidida por la Fed (5,00%). Si los tipos europeos bajan (3,75%), si aumenta el diferencial de tipos, el euro perderá valor frente al dólar. ¡Y las materias primas energéticas, que ya están en su máximo, se facturan en dólares!