En este artículo se defiende que la innovación sea aplicada al propio proceso de gestión del emprendimiento, desde la formación del capital humano hasta la ejecución del proyecto, para que el ecosistema sea más eficaz.
ÁNGEL SAN SEGUNDO HAERING. Ingeniero Industrial, asesor de start-ups, business angel, mentor y profesor asociado de diversas escuelas de negocio.
Aunque el emprendimiento en España ha mejorado en los últimos años, todavía no se explota todo su potencial. Emprender es una palanca de la sociedad para progresar, tanto más necesaria cuanto mayores son los retos, como corregir desequilibrios en empleo o independencia económica. Aunque pueda parecer contradictorio, objetivos macro dependen en buena medida del desempeño en lo micro, y de ahí la importancia de promocionar selectivamente el emprendimiento hacia metas que por simplificar vamos a referir a cuatro ejes (cuadro 1)
UN RÁPIDO ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN ACTUAL
Es incuestionable que los países más dinámicos se apoyan en una gran actividad emprendedora sobre ecosistemas dinámicos (emprendedores, inversores, universidades, empresas, sector público…) capaces de crear valor para los intervinientes.
Afortunadamente disponemos del Global Entrepreneurship Monitor (GEM, www.gem-spain.com), un observatorio del emprendimiento que se apoya en una amplísima encuesta a los principales agentes y que aporta información tendencial y comparativa con los países de nuestro entorno. En su último informe anual sobre 2022, cuya lectura es muy recomendable, encontramos datos que ofrecen una perspectiva objetiva de gran utilidad para trazar estrategias de mejora.
En España, el tejido emprendedor ha alcanzado una cierta madurez y produce un gran número de iniciativas, algunas de ellas de éxito destacable. La aprobación en diciembre de 2022 de la Ley de Fomento del Ecosistema de las Empresas Emergentes añade impulso por sus ventajas, principalmente fiscales, en la captación de recursos. Es un gran paso adelante cuyo resultado será cada vez más perceptible. Complementariamente, el emprendimiento en las grandes capitales españolas está en línea con las prácticas de otras ciudades líderes en el resto de Europa.
El crecimiento en la captación y la inversión de fondos para start-ups ha sido otro motivo de satisfacción, especialmente al colocar a España entre los primeros países europeos
Esta percepción puede inducir cierta autocomplacencia a algunos intervinientes, como los responsables de política económica o las grandes corporaciones con procesos de innovación interna o de intraemprendimiento: apoyar un programa de formación, concursos para premiar proyectos mejores, ayudas o patrocinio supone promocionar sus propios intereses ante la sociedad. El crecimiento en la captación y la inversión de fondos para start-ups ha sido otro motivo de satisfacción, especialmente al colocar a España entre los primeros países europeos. Otros indicadores positivos son la mayor relevancia del emprendimiento femenino y un mayor peso específico en el ecosistema procedente del entorno universitario.
Del análisis de la situación de cara a promover una mayor eficacia en los ecosistemas de emprendimiento, surgen algunas áreas prioritarias sobre las que convendría actuar.
ALGUNAS LÍNEAS PARA MEJORAR LA EFICACIA DEL EMPRENDIMIENTO
1. Emprender más y mejor en zonas deprimidas para promover su revitalización
En esta misma revista (número 185) hemos abogado por replicar el modelo urbano de emprendimiento al medio rural siempre de forma coherente con sus carencias, centrándose en potenciar el capital humano y en el aprovechamiento de las ventajas y los recursos territoriales, con un enfoque integral, sostenido y profesional propio de la resolución de grandes problemas.
Este modelo estaría sustentado en aceleradoras comarcales que apoyasen el emprendimiento con un ecosistema de servicios activo (asesoría, formación, mejora de infraestructuras, networking, acceso a financiación, mentorías…). El resultado serviría para retener población, crear riqueza en zonas deprimidas y en regresión, y luchar contra el cambio climático. Desarrollar y motivar al capital humano es esencial: hay que acompañarlo y apoyarlo con mentores y un sistema de seguimiento. Ante la envergadura de las iniciativas y los recursos a movilizar, se necesitará un pacto de estado basado en un diagnóstico realista que cuente con expertos en el desarrollo y la ejecución de las oportunidades que se identifiquen en el medio rural. La gravedad del problema en zonas deprimidas y en vías de abandono solo admite este tipo de soluciones.
El papel de las asociaciones empresariales y de los agentes sectoriales relevantes (comunidades autónomas, universidades, centros de investigación, sindicatos…) será muy útil para articular programas de revitalización
2- Emprender más y mejor en sectores de competitividad decreciente o amenazada
Se trata de seguir un proceso similar identificando sectores o subsectores que, siendo relevantes en la estructura socioeconómica, estén sufriendo pérdidas de competitividad. La industria trasformadora, con carácter general, por su papel decreciente en el PIB o el turismo por la necesaria transformación digital todavía pendiente son claros candidatos para aplicar la potenciación del emprendimiento. El papel de las asociaciones empresariales y de los agentes sectoriales relevantes (comunidades autónomas, universidades, centros de investigación, sindicatos…) será muy útil para articular programas de revitalización, pero habrá que impulsar un cambio radical en las prácticas actuales, ya que apenas un 10% de los emprendimientos recientes tienen un nivel tecnológico entre medio y alto (GEM, 2022-2023), limitando considerablemente los efectos beneficiosos del conjunto: la colaboración publicoprivada para conseguir sinergias, destacando la participación de empresas líderes para movilizar recursos hacia soluciones ganadoras, será crítica en un contexto de elevada competencia internacional.
3- Atraer más jóvenes al proceso emprendedor
En 2022, el 80% de los emprendedores recientes tiene entre 25 y 54 años (GEM, 2022-2023), lo que representa un mayor “envejecimiento” frente a nuestros países vecinos. Habitualmente, la incertidumbre y la dificultad acompañan al emprendedor, y, junto con el miedo al fracaso, suponen factores que retraen al futuro emprendedor y con más fuerza al inexperto. La formación ayuda a superar esas barreras, pero además se requiere una asistencia continuada para cuando aparezcan crisis. La motivación del enriquecimiento rápido que estimula a muchos (y está presente en la inmensa mayoría de la bibliografía de casos de éxito) solo acaba favoreciendo un minúsculo grupo, lo que genera a veces un efecto contraproducente. Sin embargo, los proyectos son fuentes de creación de valores y competencias en los emprendedores, sean exitosos o no, como lo demuestran infinidad de declaraciones de los participantes: ese es un vector por potenciar que enlaza con la cultura “original” del emprendimiento (encontrar soluciones a problemas, crear valor para la empresa, el equipo o la sociedad…) que se encuentra alejada de la dominante búsqueda desaforada de “unicornios”. Innovar para llevar a cabo un proyecto no es incompatible con enriquecerse, pero ambos conceptos no están al mismo nivel: sin innovación no hay enriquecimiento. La juventud se ve atraída por la innovación y se trata de destacarlo para hacer que ese estímulo sea suficientemente efectivo.
El acceso a una red de mentores especializados permite reducir los riesgos de la inexperiencia y de carencias competenciales, como demuestran las aceleradoras que lo ofrecen. La clave es asegurar que esos profesionales estén cuando se necesiten, contribuyan a gestionar adecuadamente las contingencias más frecuentes y ayuden a conseguir el objetivo. El emparejamiento entre jóvenes emprendedores y profesionales seniors es una medida contrastada de relativo bajo coste, pero de alto rendimiento.
Simultáneamente, hacer que un profesional con experiencia se convierta en mentor es una forma indirecta de crear valor en ese segmento; activo o no, pasa así a asumir responsabilidades de gran interés no solo para la start-up, sino también para él mismo (actualiza conocimientos, recibe compensación y reconocimiento…) y, desde luego, para todo el tejido socioeconómico. Se conseguiría así el efecto colateral de aprovechamiento y actualización de conocimientos de miles de profesionales en la franja 50-70 años, subocupados o definitivamente desocupados, lo que representa en nuestros días un desperdicio intolerable en un país con serias limitaciones en recursos.
4- Reducir las todavía elevadas tasas de fracaso
Quizás el factor más importante sea, aparte del miedo al fracaso, no tener empatía con los problemas del cliente, no aportándole soluciones de valor (ni, por supuesto, para la start-up). El experimentado estudioso de la materia Bill Cross llega a cuantificar las razones del éxito (o fracaso cambiando de escala) tras analizar centenares de casos. (Cuadro 2).
Las conclusiones de su análisis de cinco factores bien conocidos como responsables del éxito de una start-up no dejan de sorprender, ya que destacan la importancia del tiempo en el aprovechamiento de la oportunidad por encima del equipo y la idea.
En la mayoría de las encuestas de emprendimiento serias, como la citada más arriba, la financiación no es el factor relevante para el éxito, pero puede afirmarse que es prácticamente imposible ver un único caso de buen proyecto sin financiación.
Desde esta perspectiva, ¿qué aportan tantos concursos y premios para emprendedores? Es cierto que dan visibilidad a los proyectos ganadores y facilitan el networking y los contactos con potenciales inversores, pero en muchas ocasiones descentran a los emprendedores, que llegan en casos extremos a reducir la atención a sus clientes, poniendo en riesgo absolutamente todo.
Si hay que hablar de ayudas públicas para favorecer la inversión, bienvenidas sean las ventajas fiscales y la movilización de vehículos de financiación, pero siempre que no se marginen otras medidas relacionadas con el proceso (infraestructura del ecosistema, modelo de gestión de proyectos que asegure continuidad para los proyectos considerados prioritarios y, muy especialmente, disponibilidad del servicio de mentoría).
Innovar para llevar a cabo un proyecto no es incompatible con enriquecerse, pero ambos conceptos no están al mismo nivel: sin innovación no hay enriquecimiento
Finalmente, hay que tener en cuenta el tamaño: las empresas y las start-ups españolas ocupan los últimos lugares de los rankings europeos. Apenas hay iniciativas que respalden eficazmente conseguir mayores escalas. Fomentar las alianzas de las start-ups, tanto entre sí como con pymes sectoriales, es una medida que solo puede dar resultados positivos a todos los intervinientes. La iniciativa Activa Start-up liderada por la Escuela de Organización Industrial es un muy buen ejemplo de ese modo de colaborar que está dando resultados y debería extrapolarse a todo tipo de ámbitos.
Emprender es una tarea muy compleja y, pese a las carencias de nuestro ecosistema, se han conseguido notables avances. Un empuje en las cuatro líneas de acción anteriores serviría para crear valor a todos los intervinientes, un incuestionable caso win-win, pero que precisa innovación, compromiso y agilidad por parte de quienes cuentan con la responsabilidad y los recursos para ello. Es cierto que en todas las líneas se han hecho progresos, pero no son suficientes ni responden a los planteamientos holísticos y urgentes que se requieren para lograr un ecosistema mucho más eficaz.