Hay que trabajar el liderazgo de forma integral, a nivel personal, organizacional y sostenible.
Albert Bosch. Aventurero y experto en liderazgo
Desde mi experiencia en el mundo empresarial y en el ámbito de las aventuras extremas, se me considera un experto en liderazgo. Y como conferenciante, formador y divulgador, siempre me había centrado en dos grandes áreas del mismo: el liderazgo personal y el liderazgo organizacional.
Lógicamente, para organizar cualquier gran expedición, debo tener muy bien trabajado cada uno de estos dos factores. A nivel personal siempre hay mucho trabajo a realizar para mí mismo y para cada uno de los integrantes de la expedición, al enfrentarse a una aventura con tantas dificultades, exigencias y riesgos como las que se nos proponen. Y a nivel organizacional, debe haber un liderazgo a la altura porque los equipos afrontarán, sin duda alguna, tensiones, situaciones críticas, grandes dudas en las decisiones a tomar y subidas y bajadas de ánimo en las que la resiliencia, la comunicación y el compromiso deberán formar parte del ADN grupal.
Estas dos visiones del liderazgo me aportaban muchas herramientas para enfocar mis proyectos de aventura y empresariales, a la vez que eran una fuente de inspiración y conceptos para mi vertiente de comunicador. Pero hasta mi expedición a la selva de Papúa para escalar la montaña más alta de Oceanía, y una de las siete cimas del proyecto que estaba realizando (escalar la montaña más alta de cada continente), no me percaté de que faltaba una gran pata en estos pilares del liderazgo.
Para que haya una “economía circular” y próspera, antes debe haber un liderazgo a la altura. Para mí esto se resume en el “liderazgo circular”
Estuvimos avanzando 16 días por una de las selvas más puras del planeta para alcanzar la base de la pirámide Carstensz, guiados por un grupo de la tribu de los Dani. Era la segunda expedición autorizada desde la reapertura de la zona después de diez años de guerras tribales. Aunque nos perdimos durante cuatro días, estaba casi siempre lloviendo y había alguna que otra tensión, cada día daba gracias a mi vida de aventuras por permitirme sentir una experiencia tan auténtica en una naturaleza tan virgen, en conexión con unas personas tan conectadas a ella y a una manera de entender la vida y la relación con el entorno tan honesta y equilibrada.
Pero al hacer cumbre en la montaña, el punto más alto de la selva, se observaba una grandísima zona totalmente degradada. Era la mina Grasberg, la mayor mina de oro y la tercera de cobre del mundo. Aparte del impacto visual y moral que me causó, luego me informé más del tema y descubrí que esa mina está explotando de forma voraz esa selva, está dominando la política, está manipulando y destrozando la vida ancestral de sus habitantes y, lógicamente, se está enriqueciendo mucho (ella, como empresa, y muchos políticos a los que les otorgan la licencia de explotación sin casi limitaciones). Tengamos en cuenta que Papúa pertenece a Indonesia, que tiene más de 9.000 islas, y pueden permitirse dejar arrasar una si ello les conviene económicamente.
A mi regreso de esta expedición estrenaban la primera película de Avatar, y en el mensaje de James Cameron identifiqué plenamente lo que estaba pasando en Papúa, y lo que está pasando desde hace muchísimas décadas en casi todo el planeta cuando existen unos mínimos recursos naturales que nos sirvan para nuestro ciclo industrial desenfrenado y con crecimiento exponencial. Allí constaté en directo que nuestro sistema de “economía lineal”, basado en extraer productos de la naturaleza, para procesarlos, venderlos y desecharlos, es una locura que debe revertirse, y que si evolucionamos de manera mínimamente inteligente, buscando una prosperidad equilibrada para la salud de las personas y el medioambiente, debemos integrar esta responsabilidad en nuestro ciclo económico y organizacional.
El liderazgo circular es clave para el futuro de cada persona, de cada organización y de la sociedad y el planeta en general
Con todo, tuve claro que faltaba un tercer factor clave en mi enfoque de liderazgo: el “liderazgo sostenible”. De ahí desarrollé el concepto de “liderazgo circular”, lógicamente, inspirado en el concepto de “economía circular”, que es clave para que nuestro sistema, basado esencialmente en la economía, pueda aspirar a tener un futuro de calidad y mínimamente sostenible. Pero es que para que haya una “economía circular” y próspera para todos, antes debe haber un liderazgo a la altura, y para mí esto se resume en el “liderazgo circular”.
El liderazgo circular es el que es plenamente consciente de la importancia del liderazgo a cualquier nivel (personal, organizacional y sostenible) y lo trabaja desde la responsabilidad y eficacia en cada una de estas tres áreas de forma concreta, pero teniendo en cuenta que forma parte de un todo que es esencial para conseguir tener personas sanas y felices, organizaciones rentables y prósperas, y una sociedad y planeta sanos y sostenibles.
LIDERAZGO PERSONAL: todo empieza en la persona. Si uno no sabe autoliderarse, no podrá liderar bien proyectos o equipos. Desde aquí se trabajan las actitudes, los hábitos, la inteligencia emocional, los propósitos y los valores.
LIDERAZGO ORGANIZACIONAL: somos seres gregarios y para hacer cosas nos organizamos en comunidades, sean empresas, ONG, ayuntamientos, partidos políticos, equipos deportivos, grupos de ciencia, compañías de arte, etc. Liderar bien estas organizaciones o proyectos requiere saber gestionar equipos, entornos cambiantes, atraer y potenciar talento, motivar y comprometer a las personas y, con todo ello, crear valor y unos resultados adecuados.
LIDERAZGO SOSTENIBLE: cada persona, individualmente, tiene un impacto, pero, cuando actúa una organización, el impacto es siempre mucho mayor, tanto en positivo como en negativo. Las organizaciones persiguen unos resultados determinados en beneficio de sus grupos de interés: socios, trabajadores, clientes, proveedores y comunidad inmediata. Pero, por su capacidad de acción, deben asumir la responsabilidad de su proceso más allá de sus objetivos propios, comprometiéndose con el impacto que tienen en la sociedad y el medioambiente.
Todo ello es un proceso circular, porque, si conseguimos que personas y organizaciones asuman y desplieguen un “liderazgo sostenible”, ello redundará directamente en beneficios para las personas (más calidad de vida, más salud, más respeto a la comunidad y a la naturaleza, más felicidad con lo que hacen…) y para las organizaciones (más reputación, más conexión con sus trabajadores y clientes, más captación y retención de talento, más creatividad/innovación, más claridad en el propósito y más visión a largo plazo).
Hay muchísimos tipos de liderazgo, mucha teoría y muchas tendencias. Bien aplicadas, seguro que todas son buenas, pero, desde mi punto de vista, el LIDERAZGO, en mayúsculas, debe pasar por estas tres grandes áreas, con una visión global y una aplicación circular.
El liderazgo circular es una de las grandes claves para el futuro de cada persona, de cada organización y de la sociedad y planeta en general