2024 registrará el récord de conflictos abiertos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y verá a más de la mitad de la población mundial participando en elecciones, incluyendo países con gran peso global como Estados Unidos, Rusia o Irán. En paralelo, el mundo corporativo sigue su curso; un curso que tiene los relieves de la inteligencia artificial, de la digitalización y, en un lugar destacado, de la sostenibilidad.
Gerard Valls Tuñón. Especialista en alianzas estratégicas en Save the Children
Hace años que se oyen voces sobre la importancia de la sostenibilidad corporativa, especialmente como consecuencia de la inminente obligatoriedad, dictada por la UE, de que las empresas reporten con criterios ASG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo), y no solo financieros, como hacían hasta ahora. Por eso, estamos ante un año decisivo para consolidar esta tendencia y emergen una serie de debates clave.
AL RESCATE DE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE
A mitad de la fecha límite para el cumplimiento de los ODS, nos hemos estancado o retrocedido en el 33%. Para cumplir los objetivos, existe una brecha de inversión de unos 2,5 billones de dólares, según el World Economic Forum, que debería ir destinada a inversiones en infraestructura, clima, biodiversidad, seguridad alimentaria, educación y salud. Además, el último acuerdo cerrado en la COP28 sobre combustibles fósiles es insuficiente para responder a la emergencia climática, mientras que el reciente informe Inequality Inc. de Oxfam señala que serían necesarios 229 años para erradicar la pobreza a nivel global. El éxito de la Agenda 2030 depende, por lo tanto, del compromiso, la innovación y el liderazgo del sector privado. Las empresas movilizan el 75% PIB mundial y disponen de la capacidad y las herramientas para prevenir, mitigar y responder a riesgos adversos asociados al medioambiente, derechos humanos, bienestar de los trabajadores, relaciones con proveedores o comunidades locales a lo largo de su cadena de valor. Hoy, además, a través de inversión sostenible, alianzas estratégicas, incentivos para pymes sostenibles y productos financieros con criterios ASG, la sostenibilidad es una oportunidad para crecer económicamente.
LA GESTIÓN RESPONSABLE DE LA CADENA DE SUMINISTRO
Las múltiples crisis actuales relativas al medioambiente, conflictos, coste de vida, energía o alimentos tienden a hacer que las cadenas de suministro de las empresas sean más inestables y volátiles. La gestión sostenible de la cadena de valor de las empresas, por lo tanto, se ha convertido en un elemento clave en la gestión empresarial, ya que de ello depende gran parte de la competitividad y de la sostenibilidad de su modelo de negocio.
El éxito de la Agenda 2030 depende, por lo tanto, del compromiso, la innovación y el liderazgo del sector privado
EL AÑO DE LAS DIRECTIVAS EUROPEAS
Coincidiendo con las elecciones en el Parlamento Europeo, este año entran en vigor las nuevas Directivas sobre Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD) y Diligencia Debida en Sostenibilidad Corporativa (CSDD). Inicialmente se aplicarán a entidades de interés público de más de 500 empleados y, progresivamente hasta 2030, a grandes empresas y pymes, un hito sin precedentes en la sostenibilidad y el gobierno corporativo enmarcado en el tsunami regulatorio de la sostenibilidad planificado para esta década. Con estas directivas –que se transpondrán a la legislación de cada país miembro en un plazo de dos años, como ya pasa en Francia, Alemania o los Países Bajos–, las empresas deberán evaluar, medir y reportar su impacto en el entorno y la sociedad, sujetas a verificación externa. Además, deberán establecer procesos de identificación, prevención y respuesta a impactos sociales y medioambientales negativos que pueda provocar la propia empresa, sus filiales y por entidades que formen parte de su cadena de suministro.
Sigue, por lo tanto, la tendencia a fortalecer la coherencia legislativa europea (e internacional) y a evitar la coexistencia de diferentes estándares sobre sostenibilidad o debida diligencia. A su vez, se avecina un proceso intenso de debate y negociación a nivel nacional que definirá el grado de prioridad que cada país da a la sostenibilidad. Por ejemplo, en términos de sanciones, si bien se espera que la penalización más alta establecida en las directivas es el 5% de la facturación, las sanciones administrativas y multas las decidirá cada estado. En cuanto a la rendición de cuentas, las empresas se han ido formando y capacitando en gestión sostenible, pero son conscientes de que queda mucho por recorrer: ¿están ya preparadas para reportar bajo criterios no financieros? Asimismo, ¿qué órgano velará y cómo se asegurará la calidad e independencia en la verificación y auditoría de la información?
2024 es, por lo tanto, un año crucial. Si bien las tendencias en finanzas sostenibles, hábitos y consumo sostenibles, atracción de talento o economía circular ya son temas fundamentales en la toma de decisiones, ¿seguimos corriendo el riesgo de un greenwashing 2.0?.