En un país del perfil de España, que tiene como uno de sus mayores problemas estructurales su elevada tasa de paro, es muy importante conocer las dinámicas del mercado laboral y entender su comportamiento con relación a la coyuntura macroeconómica. Para ello, la denominada ley de Okun es una herramienta muy útil y significativa.
Servicio de Estudios DEL CONSEJO GENERAL DE ECONOMISTAS
En términos básicos, la denominada ley de Okun establece una relación inversa entre el crecimiento del PIB y la tasa de desempleo de una economía, es decir, correlaciona los puntos porcentuales de disminución de la tasa de desempleo por cada punto porcentual que aumenta la tasa de crecimiento del PIB.
En su enunciado clásico, la ley de Okun establece que, una vez que se consigue un nivel de empleo aceptable en una economía, y se mantienen crecimientos constantes del PIB entre el 2,5%-3%, para seguir disminuyendo el desempleo se debería crecer al menos dos puntos porcentuales por cada punto de desempleo que se quiera reducir.
Es muy importante tener en cuenta a la hora de interpretar este valor que la ley de Okun no es una ley como tal, es decir, no tiene una validez universal, sino que se trata de una serie de observaciones empíricas y relaciones estadísticas, con su correspondiente apoyo teórico conceptual, que se puede ver alterada por el comportamiento de otras variables y del contexto macroeconómico, diferente al contemplado en las hipótesis básicas en que se desarrolló. Por ello, es muy común que aparezca acompañada del concepto ceteris paribus (en igualdad de condiciones) en la mayoría de sus aplicaciones.
Esto es algo que se puede ver fácilmente cuando estudiamos la serie histórica de valores de la ley de Okun de una región concreta. Por ejemplo, en el caso español, la reducción de la tasa de desempleo para un crecimiento del PIB dado era notablemente superior durante la época de recuperación (2013 en adelante) que en el periodo de auge económico previo a la crisis, lo que es lógico si entendemos que cuanto más baja sea la tasa de paro más complicado será seguir reduciéndola.
Si profundizamos algo más y hacemos el ejercicio de despejar la tasa de desempleo de la fórmula de la producción real, obtenemos lo siguiente:
Δu ≃ Δln(Y/H) + Δln(H/E) + Δln(A) – Δln(Y) (1)
Pese a que es una aproximación y, como decíamos antes, no debemos tomar los resultados al pie de la letra, sí que es una buena base de partida que a los economistas nos permite sacar conclusiones de interés. La principal es que, ante la ausencia de crecimiento de PIB real, el aumento de la productividad por hora trabajada, el aumento de las horas trabajadas por ocupado y el aumento de la población activa se verá traducido en un aumento de la tasa de desempleo. En otras palabras, el crecimiento productivo de la economía debe ser superior al del resto de variables mencionadas para que este se vea reflejado sobre la tasa de desempleo.
Al comienzo, este hallazgo puso de relieve la importancia de que las políticas económicas estuviesen orientadas a reducir la tasa de desempleo, en virtud del fuerte impacto que esto tenía sobre el crecimiento del PIB real. Sin embargo, este crecimiento se limita exclusivamente al corto plazo y a las fluctuaciones del mismo, siendo el ciclo económico y el desarrollo tecnológico los que delimitan el crecimiento en el largo plazo.
Por ello, pese a la indudable importancia de mantener la tasa de desempleo lo más reducida posible, es importante que los esfuerzos no se dirijan única y exclusivamente a ello, y que también se dediquen recursos a inversiones enfocadas al largo plazo, como la acumulación de capital tecnológico o físico, o la I+D+i
(1) U= Tasa de desempleo, Y= PIB real, H= Horas trabajadas, E= Número de ocupados, A= Población activa