Aspirar, comprometerse y liderar nuestras organizaciones hacia un desarrollo sostenible es un acto de gran inteligencia empresarial y colectiva.
Albert Bosch. Aventurero y experto en liderazgo
LAS BACTERIAS, SEÑORES Y SEÑORAS… EL TEMA ESTÁ EN LAS BACTERIAS
Durante generaciones nos habían dicho que eran malas y punto. Pero recientemente los científicos han superado este error. Nuestros intestinos, nuestra piel y otros órganos están poblados por billones de bacterias, y resulta que todos nosotros dependemos de estas pequeñas criaturas para nuestra existencia.
Si algo me ha quedado claro a partir de mis expediciones por el mundo, escalando las cumbres más altas de cada continente, cruzando zonas polares, viviendo en selvas o haciendo aventuras en desiertos, es que las tribus ancestrales no iban tan equivocadas al pensar y vivir como si todo formase parte de una unidad. Hemos vivido y nos hemos desarrollado desde la soberbia dual “hombre-naturaleza”, pero, al final, nos estamos dando cuenta de que respiramos aire, bebemos agua, comemos y utilizamos elementos de la tierra, necesitamos materias primas del planeta, y todos los elementos naturales (incluso las bacterias, los árboles, los hongos, los mosquitos…) forman parte de nuestro equilibrio para poder vivir.
Liderar nuestras organizaciones hacia un desarrollo sostenible es un acto de gran inteligencia empresarial y colectiva
No estamos hablando de “sostenibilidad” para sostener el planeta y la naturaleza. Estamos hablando de sostener la vida y el bienestar de los humanos en la Tierra.
A partir de aquí, podemos reflexionar sobre el profundo y esencial sentido de esta interdependencia, y cómo han sido y están siendo las relaciones e impactos que tiene la actividad humana en general, y el desarrollo económico en concreto, alrededor del planeta. Un desarrollo basado en un crecimiento continuado e ilimitado, que parte siempre de nuestra capacidad de extraer y utilizar unos recursos naturales que sí son limitados.
Entendiendo este punto de partida, nos podemos empezar a hacer las grandes preguntas: ¿es posible un desarrollo sostenible?, ¿queremos un desarrollo a cualquier precio, o queremos un buen desarrollo?, ¿aceptamos un desarrollo válido hoy a costa de un peor futuro mañana?, ¿cómo queremos medir nuestro índice de desarrollo?, ¿el crecimiento debe ser la premisa absoluta de este desarrollo?, y otras muchas cuestiones clave que podríamos continuar desplegando.
Puede parecer un poco fuera de lugar y algo naif plantear estas preguntas tan gordas en una revista empresarial, pero lo que debería parecer naif y estar fuera de lugar es no hacerse las preguntas adecuadas cuando hablamos de liderar nuestras organizaciones empresariales y, con ellas, desarrollar nuestro camino hacia el bienestar presente y futuro.
A través de su actividad, las empresas tienen la oportunidad de crear un mundo mejor
La primera misión del liderazgo global y, especialmente, el empresarial, debería ser hacerse las buenas preguntas para obtener las buenas respuestas en algo tan clave. Es esencial tener claro si queremos un desarrollo que genere riqueza a costa de un impacto negativo en el mundo (y sobre todo en los humanos), o si solo admitimos un desarrollo que genere bienestar en la sociedad, utilizando la economía como una herramienta y no como un fin; comprometiéndose en evitar ser perjudiciales para los ecosistemas y el futuro de la civilización.
A estas alturas tenemos casi toda la información, y somos plenamente conscientes de los grandes retos sociales y ambientales que afrontamos, e incluso ya estamos notando claramente algunas de sus consecuencias. Pero la consciencia no salvará al mundo ni nos hará más sostenibles. Son las acciones (conscientes, claro) las que salvarán al mundo y nos harán más sostenibles.
Y si hay un agente especialmente activo en nuestra civilización, y con gran capacidad de impacto negativo o positivo, este es el mundo empresarial. Pero esta capacidad de impacto le otorga una enorme responsabilidad. Según como se lideren las organizaciones, y aunque estas generen más o menos riqueza, serán perjudiciales o beneficiosas para el mundo. Y con la magnitud de los desafíos y la información que tenemos, ser neutrales es ser parte del problema. Un liderazgo empresarial que asuma su responsabilidad ofrece una inmensa oportunidad para nuestra sociedad: actuar como agentes de cambio para un futuro más sostenible. Y esto, más allá de tener buenos resultados económicos, debería ser un propósito clave en cada empresa.
Tres niveles esenciales para el liderazgo sostenible: conocer la realidad, proyectar el futuro deseado y activación comprometida
A nivel individual y a nivel del liderazgo de cada organización, así como de manera colectiva, debemos preguntarnos qué futuro queremos crear. De esto va el concepto de “desarrollo sostenible”.
Y como siempre, cuando hay voluntad de crear algo y desarrollar un proyecto ambicioso, se necesita un liderazgo a la altura que incluya visión (del qué, del cómo y del porqué), objetivos, estrategia, organización y motivación de equipos y acción para conseguir los resultados.
Para activar de verdad un desarrollo sostenible será necesario un liderazgo sostenible, y este requerirá como mínimo tres niveles esenciales:
1) CONOCER BIEN LA REALIDAD:
gran ejercicio de observación, información y objetividad, para conocer las circunstancias sociales y ambientales que nos afectan e implican, así como de toda nuestra capacidad de impacto positivo y negativo a partir de nuestra actividad empresarial.
2) PROYECTAR EL FUTURO QUE QUEREMOS:
tanto para nuestra organización, como para la sociedad y entorno que nos rodea, y con ello asumir nuestra responsabilidad en la creación de este futuro.
3) ACTIVACIÓN COMPROMETIDA:
desarrollar nuestra estrategia a partir de este propósito y estableciendo los límites que nos podemos permitir para avanzar en nuestros negocios y afrontarlo más como una oportunidad que como una renuncia.
Si conseguimos activar un liderazgo que permita un verdadero desarrollo sostenible, aparte de evitar mucho sufrimiento, muchas crisis y un posible colapso en muchos aspectos sociales y ambientales, crearemos organizaciones prósperas, mucho más sólidas y útiles para todos los actores implicados, con equipos más cohesionados y motivados por el propósito, con mayor posibilidad de captar talento, con más creatividad e innovación, con procesos más eficientes, con mejores aliados, con mayor reputación y, al fin, con mejores resultados en todos los sentidos.
Aspirar, comprometerse y liderar nuestras organizaciones hacia un desarrollo sostenible es un acto de gran inteligencia empresarial y colectiva: trabajar por unos buenos resultados siempre desde el compromiso con un impacto positivo. Por el contrario, buscar el crecimiento y los resultados sin tener en cuenta el impacto que creamos en la sociedad y el medioambiente es estúpido, egoísta y absolutamente inaceptable.
El liderazgo sostenible es el liderazgo inteligente que necesitamos para el futuro, y nuestro tejido empresarial debe estar a la altura de este gran momento histórico, porque a través de su actividad tiene la oportunidad de crear un mundo mejor del que parece que nos espera en caso de no reacción.