Un cambio radical en el modelo económico de una región ocurre cuando se mejora masivamente y colectivamente la productividad, se reducen costes, se aumenta la calidad de los productos, se comercializa eficientemente y globalmente en la región, se genera un impacto social positivo y, sobre todo, cuando todo ello se acompaña con la inmensa oportunidad de crecimiento económico a partir de la capacidad de ir innovando.
MONTSERRAT GUÀRDIA GÜELL. Chief People & Culture at IDEADED, Presidenta del Consejo Social. Universitat Politècnica de Catalunya
Heráclito ya nos decía que “el cambio es la única constante de la vida”, y Sócrates reforzaba el hecho de que “la clave para cambiar es centrar toda tu energía no en luchar contra lo viejo, sino en construir lo nuevo”.
En el s. XXI ya hemos asumido que el cambio es constante y que ahora es el mejor momento para convencernos de que este cambio radical es posible, no solo gracias a la conectividad, sino, sobre todo, al hecho de que somos capaces de reducir la complejidad del despliegue e integración de las tecnologías de la información y la comunicación avanzadas como el internet de las cosas (IoT), la blockchain, el big data, la inteligencia artificial (IA) y la robótica aplicadas a la industria, y a la empresa.
Hablar de despliegue e integración de varias tecnologías pensando en los procesos industriales, empresariales, supone aplicar los mismos conceptos que en el mundo arquitectónico-urbanístico de un pueblo, ciudad o casa particular dependiendo del tamaño de la empresa o el grupo de empresas. Hacer la arquitectura y urbanismo requiere un amplio conocimiento tecnológico, de abstracción, visión espacial e imaginación para diseñar y proporcionar, ordenadamente, creativamente, coherentemente, estructuradamente, optimitzadamente y simplificadamente, el mejor resultado arquitectónico y, además, disfrutar de complicidad estratégica, una gran empatía y una gran capacidad de comunicación con las personas que conocen bien todas las particularidades de la industria, la fábrica, el producto, el mercado, lo que se produce, ser curiosos o curiosas sobre cómo se produce y cómo, después, se puede vender y se llega al cliente o al usuario.
El cambio radical llega cuando trabajamos con una visión estratégica de las tecnologías de la información combinando las tres variables: calidad, tiempo y espacio
Hacen falta decisiones sobre dónde situamos y cómo conectamos sensores y dispositivos (internet de las cosas) necesarios de monitorización y control remoto para mejorar la eficiencia operativa, cómo los acompañamos de robots colaborativos (cobots) que trabajan junto a los humanos para aumentar la precisión y reducir los riesgos laborales y, además, cómo los datos que se van recogiendo los podemos proteger y enlazar con una blockchain. Igualmente, en el caso de obtener datos masivos (big data), hacen falta decisiones sobre cómo podemos programar aplicaciones informáticas que los analicen y nos proporcionen una mejor comprensión de los procesos, y la identificación de oportunidades de mejora en estos gracias a la adecuada preparación y utilización de la inteligencia artificial, que nos identificará patrones y proporcionará información anticipada de futuros comportamientos, lo que permitirá la toma de decisiones para seguir optimizando la producción y el mantenimiento. Todo son decisiones estratégicas, operativas y tácticas y, según la profundidad de la reflexión que hagamos, nos indicarán si nuestra industria o empresa están preparadas y en qué momento pueden efectuar un cambio radical.
El gran reto del talento tecnológico, la capacidad de poder construir un buen encaje profesional entre la necesidad de la industria o de la empresa y el talento que se va desarrollando en las universidades y las escuelas de FP existe, pero es más relevante el hecho de que los conceptos arquitectura y sistemas de información y telecomunicación todavía no formen parte, masivamente y diariamente, del vocabulario general básico del mundo industrial y empresarial. Hablamos de IA, pero deberíamos hablar de la arquitectura de nuestros sistemas de información y telecomunicación. Sin un buen o una buena arquitecta urbanista de los aspectos digitales, aplicaremos las tecnologías comentadas con un alto riesgo de generar complejidad innecesaria en nuestra fábrica o empresa.
Podemos saber que los sensores y los dispositivos conectados recopilan datos en tiempo real y que, si estos datos los tratamos adecuadamente, nos permiten tomar decisiones más informadas y eficientes. Que esta toma de decisiones, si se hace velozmente, pero a la vez razonadamente, puede agilizar el modelo de producción de cualquier producto que podamos necesitar o desear como usuarios o consumidores en tres variables: calidad, tiempo y espacio. Que cuando hablamos de calidad hablamos de producto y de lo que se produce, pero también hablamos de cómo se produce, y de la calidad en los datos que va acompañada de la seguridad cibernética, que nos permite proteger la información delicada y garantizar la integridad, confidencialidad y disponibilidad de los sistemas con la inteligencia artificial y el blockchain, que tiene un papel importante en cuanto a la protección. Pero el cambio radical requiere identificar los y las mejores arquitectas urbanistas, que refuercen su capacidad de divulgación y formación y que nos recuerden su espacio profesional y deontológico, como hacen los médicos o abogados.
El progreso científico, tecnológico y económico, así como la promoción del pensamiento crítico, son fuente de bienestar para todo el mundo gracias a todas las personas de la universidad
El cambio radical llega cuando trabajamos con una visión estratégica de las tecnologías de la información combinando las tres variables: calidad, tiempo y espacio. La ventaja competitiva significativa de cualquier empresa llega justo en el momento en el que puede proporcionar producto en el tiempo y en el lugar adecuados y con la calidad prometida, con el máximo valor que el mercado pueda pagar.
Nelson Mandela nos decía que “la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. Este mensaje y una reflexión sobre las palabras sociedad, conocimiento y universidad me permiten plantear la necesidad de focalizarnos en cómo los arquitectos urbanistas se pueden desarrollar en la universidad, para hacer un motor de cambio poderoso. El progreso científico, tecnológico y económico, así como la promoción del pensamiento crítico, son fuente de bienestar para todo el mundo gracias a todas las personas de la universidad. Estamos ante una muestra clara de la relevancia de la universidad del s. XXI en la sociedad para cambiar radicalmente el mundo industrial empresarial hacia mejor.