Muchos directivos, cuando se refieren a sus trabajadores, los sitúan en el centro de sus organizaciones, afirmando que son el alma de las mismas o su capital más importante. Sin embargo, las acciones de las empresas a la hora de lanzar sus estrategias empresariales no siempre acompañan, necesariamente, a estas palabras y dejan de lado la implicación directa de todos sus equipos.
Susana Gutiérrez. Directora de RR. HH. de General Óptica (España y Portugal).
La estrategia es un concepto inseparable del ámbito empresarial y, normalmente, se tiende a usarla de manera normativa, convertirla en algo administrativo, predecible, cuantificable y controlable, cuando es todo lo contrario.
Por eso es tan importante, que los gestores tengan una buena perspectiva de su entorno, conozcan muy bien a sus colaboradores -sus clientes internos y responsables últimos de llevar a cabo los objetivos empresariales- y tengan muy bien identificadas las necesidades de sus clientes externos y la competencia que les rodea. La suma de todo esto es lo que nos permitirá configurar la línea de trabajo a seguir y, por tanto, crear nuestra visión estratégica, que no es otra cosa que fijar un horizonte con respecto al futuro.
Definidos los objetivos estratégicos a alcanzar, es necesario fijar un plan de acción para alcanzarlos. Recordamos las fases de un plan de acción:
1. Establecer objetivos departamentales e individuales.
2. Programar las acciones concretas a realizar.
3. Prever los medios técnicos y humanos que serán necesarios para actuar.
4. Analizar y traducir las acciones definidas en términos económicos.
5. Definir con nuestros equipos los pasos a realizar y los responsables de las acciones.
6. Informar periódicamente de los resultados obtenidos y nuevos pasos / acciones.
7. Y comunicar y comunicar y comunicar.