El mundo se mueve demasiado rápido y cada vez a más velocidad. Esto no es nuevo, pero sí lo es cómo podemos enfocar el lanzamiento de nuevos negocios en un contexto con tantos cambios, donde las herramientas, habilidades y procesos que usábamos empiezan a no tener tanta efectividad.
NÉSTOR GUERRA. Emprendedor, mentor y profesor de Emprendimiento de EOI.
Hoy sabemos que la clave de un negocio no consiste tanto en tener un plan que prediga cómo va a ser el futuro de nuestro producto -futuro que, en un contexto de alta incertidumbre, es incierto por definición-, sino en salir rápido a validar nuestros supuestos con clientes e ir adaptándonos en función de lo aprendido en estas iteraciones. Lo que viene a denominarse pivotaje. Hoy sabemos bien que ningún plan de negocio sobrevive al primer cliente.
Así, los negocios innovadores no se basan tanto en un buen plan como en un aprendizaje validado, en la experimentación científica e iteración con los clientes. De esta manera las start-ups pueden diseñar productos para cubrir la demanda de estos, sin necesidad de grandes cantidades de financiación inicial. Esto es, en esencia, lo que viene a denominarse hoy en día Lean Start-up.
Pero si analizamos bien los fundamentos de Lean Start-up, nos damos cuenta de que se basa en algo tan extendido y conocido como es el método científico: identificamos las hipótesis del modelo, diseñamos experimentos para validar estos supuestos, obtenemos comportamientos y con el resultado sacamos lecciones aprendidas para pivotar en el modelo o seguir el proceso de validación.
Es fascinante cómo en los últimos años hemos podido aprender tanto. La aplicación del método científico no es nueva en la humanidad, pero sí lo ha sido para las start-ups. Lo increíble es que han sido ellas las que han descubierto esto rápidamente usando la lógica de los científicos: la adaptabilidad.