Los empleados dedican alrededor de 13 horas a la semana a la mensajería electrónica. Suficiente como para que numerosos estudios sostengan que un gran volumen de mensajes, las interrupciones que provocan sobre las tareas y procesos laborales, y la posibilidad de enviar y recibir correos electrónicos relacionados con el trabajo en cualquier momento y lugar, ayuda a crear en ellos una sensación de sobrecarga y estrés.
STEFAN GRÖSCHL. Profesor del Departamento de Gestión de ESSEC Business School.
Si bien es cierto que se han formulado múltiples recomendaciones para combatir el estrés asociado a la mensajería electrónica –desde la introducción de filtros en el correo electrónico hasta el trabajo off-line–, éstas son a menudo ignoradas o, simplemente, no funcionan para la mayoría de empleados. Y es que las organizaciones y sus directivos fracasan a la hora de reconocer cómo las normas sociales y la lectura que hacemos de ellas, la estructura laboral y la temporalidad en los flujos de trabajo refuerzan la sensación de saturación y estrés que afrontan los trabajadores a causa de los correos electrónicos.
El estrés real no está relacionado con el volumen de e-mails a los que hacemos frente, pero sí con la ansiedad de quedarnos rezagados, de perder el control de nuestras responsabilidades o de pasar por alto un mensaje importante debido a un filtro o a una bandeja de entrada abarrotada. En esta línea, mientras que la asincronía de un correo electrónico ofrece al empleado la posibilidad de responder cuando a éste le vaya mejor, las expectativas culturales lo presionan para que conteste de inmediato. Además, como cada vez se trabaja más en diferentes zonas horarias o en equipos geográficamente dispersos, es complicado para los trabajadores responder los correos electrónicos a medida que llegan. Por lo tanto, los mensajes acumulados antes o después del horario laboral también son culpables de este aumento del sentimiento de sobrecarga de e-mails y de estrés.
Si las organizaciones y sus directivos quieren reparar el sentimiento de estrés de los trabajadores provocado por la sobrecarga de e-mails, deben afrontar las ansiedades de éstos, los criterios o normas que han asumido y el flujo de comunicación diaria que escapa a su control.