Los movimientos sociales –la sociedad civil– utilizan dinámicas financieras complejas para ejercer presión sobre las leyes y la política. Por eso, a lo largo de 2016 realicé una investigación empírica con el objetivo de desarrollar el concepto de “oportunidad de inversión” para los movimientos sociales. El estudio me condujo a establecer el proyecto SFLS que tiene socios globales como el Banco Mundial y la Alianza Global para la Banca en Valores (GABV).
RADEK STECH. Fundador del proyecto Sustainable Finance, the Law and Stakeholders (SFLS) en Exeter Law School.
Durante décadas, los movimientos sociales han influido en nuestras leyes y políticas, y los académicos se han referido a estas acciones como “oportunidades” –de desafío político, empresarial y legal-. A modo de ejemplo, podemos citar las protestas de los derechos civiles de 1950-60, los boicots a algunas empresas anti-LGBT y los litigios medioambientales para impulsar políticas propicias y protección legal relevante.
En este contexto, y tras participar en un gran número de sesiones globales relacionadas con tres dinámicas clave de las finanzas: la financiación de proyectos, la financiación de bonos y la financiación responsable, desarrollé el concepto de «oportunidad de inversión». Percibí mucha desconfianza y confrontación, pero también una sana competencia entre movimientos sociales y funcionarios o inversionistas.
La «oportunidad de inversión» explica la complejidad de la dinámica de las finanzas en referencia al concepto de policentricidad, desarrollado en su momento por Lon Fuller en Harvard Law Review. Y disuade de la confrontación directa o del desafío legal en favor de la colaboración sincera y el compromiso constructivo. A su vez, este concepto alienta a los movimientos sociales a utilizar el lenguaje de los «riesgos», reconociendo que los inversores utilizan cada vez más un vocabulario de «valores». Así, las comunidades deberían tratar de entender algunas leyes, ya que estas dinámicas financieras pueden influir en legislaciones y políticas más amplias.
Las dinámicas financieras complejas se están volviendo cada vez más accesibles a medida que los principales interesados se adhieren a diversos códigos y normas voluntarias y hacen hincapié en su compromiso con la inversión responsable, la sostenibilidad y los valores socioambientales. Las normas incluyen las políticas de salvaguardia del Banco Mundial, los principios de bono verde, y los principios de la Alianza Global para la Banca en Valores (GABV) de la banca sostenible.
Los movimientos sociales pueden comportarse como inversores responsables, y la política y el derecho pueden ser una plataforma de colaboración. No hay buenos y malos. Todos debemos utilizar el lenguaje de los «riesgos» y los «valores» –y así aprender unos de otros–. Los movimientos sociales no son meros consumidores que requieren una mayor protección, sino más bien actores poderosos que pueden comprometerse efectivamente con la dinámica de las finanzas para influir en los cambios de paradigma. Debemos hacer más investigación en torno a las «oportunidades de inversión» en nuestro camino hacia la sostenibilidad.