Vytenis Andriukaitis (Kioussour, Siberia, 1951) es el comisario europeo de Salud y Seguridad Alimentaria. Cardiólogo de profesión, nació en un campo de concentración durante el terror de Josef Stalin. Fue fundador del Partido Socialdemócrata de Lituania y uno de los firmantes de la declaración de independencia de su país. Antes de trabajar en la capital europea, fue vicepresidente de la Organización Mundial de la Salud. En una entrevista exclusiva con Mundo Empresarial, habla acerca de su labor en los últimos dos años.
Texto: Esther Herrera. Bruselas
Fotos: Comisión Europea
La Comisión Europea ha presentado recientemente un plan de acción ante los problemas que provoca el aumento de la resistencia a los antibióticos. ¿Tenemos suficiente información acerca de los riesgos de su uso excesivo?
No hay duda posible: la población no está suficientemente informada de los peligros que conlleva el abuso de los antibióticos. Esta es una de las razones por las que hemos impulsado un plan de acción y hemos instaurado el Día Europeo de Concienciación (15 de noviembre). Los datos nos demuestran que la sociedad dispone de poca información al respecto. Por ejemplo, a menudo, la gente no sabe cuál es la diferencia entre un virus y una bacteria, y desconoce que un virus no puede ser tratado con antibióticos. Por esta razón, la detección temprana es básica para evitar que se receten antibióticos innecesarios.
Otra cuestión importante es que la población también tenga en cuenta la prevención, por ejemplo, en virus como el de la gripe. Si se fomenta que la población se vacune, se reduce el número de enfermos.
Finalmente, hay un tercer problema: la automedicación. Conozco casos de países donde automedicarse es una práctica muy común, donde es fácil comprar antibióticos sin receta, provocando numerosos problemas de salud pública, tales como la resistencia bacteriana, que provoca más de 20.000 muertes al año en la UE.
“Reducir la inversión en salud puede provocar problemas, como que no se puedan evitar muertes o enfermedades que son, en realidad, curables.”
La Comisión Europea ha redactado una lista completa de los compuestos químicos considerados como disruptores endocrinos —sustancias que alteran el sistema hormonal—. ¿Es el paso definitivo para acabar con estos agentes nocivos?
En primer lugar, es necesario puntualizar que hay muchos tipos de disruptores endocrinos. Por ejemplo, el café es un disruptor natural; luego están los químicos, los que se producen de forma sintética, y estos son los que nosotros hemos incluido en la lista. Para redactarla, hemos utilizado varios criterios como la definición de la OMS, para adecuarla a la normativa europea. Es cierto que ha habido mucha controversia al respecto: el grupo de los Verdes en el Parlamento nos ha pedido que en la lista también incluyamos los considerados como «posibles», pero sin pruebas de que sean nocivos es imposible aplicarles una regulación. Así que proponemos una lista «abierta» donde, una vez vayamos comprobando nuevos disruptores, estos puedan ser incluidos para ser prohibidos.
El glifosato, un herbicida, fue declarado recientemente en un informe como “posiblemente cancerígeno”, si bien, más tarde, otros estudios lo han desmentido. Pese a ello, la polémica sigue ahí, porque un sector de la sociedad civil está en contra de su aprobación debido a sus efectos nocivos…
Hay cierta confusión al respecto. Una agencia que trabaja con la OMS (IARC) publicó hace dos años un informe donde se apuntaba «la posibilidad» de que fuera cancerígeno. Sin embargo, después, la OMS publicó una segunda investigación que desmentía ese primer informe. En la UE también hemos investigado sobre la cuestión, y la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y todos los organismos nacionales competentes han publicado sus propios estudios , y todos han coincidido en que es «improbable» que sea cancerígeno. También esta ha sido la conclusión de otros países como Australia, Japón, Canadá o los Estados Unidos. Así que sólo hay un único informe en el mundo –que, además, utilizó su propia metodología–, que apunte la probabilidad de que sí lo sea. Sin embargo, nos hemos propuesto que se reduzca su uso, por ejemplo, en algunas áreas tales como escuelas o parques, porque realmente nos importa la opinión pública. Estamos en contacto con la industria para que produzca pesticidas más verdes y menos tóxicos. Pero, en todo caso, no tengo dudas: el glifosato no es cancerígeno.
Durante estos años de crisis económica, muchos países han optado por aplicar recortes en el sistema sanitario. ¿No cree que esto afecta al Estado de bienestar, que tan difícil ha sido de construir?
Así es. Estoy muy preocupado por los recortes. Es cierto que los estados miembros tienen las competencias en salud y de ellos depende decidir qué sistema sanitario quieren y cómo deben utilizar el dinero público. Aunque los países deben defender el dinero de los contribuyentes y cómo gastarlo, nosotros podemos advertirles, a través de las recomendaciones por países, de que rechacen los recortes en sanidad. Reducir la inversión en salud puede provocar problemas, como que no se puedan evitar muertes y enfermedades que son, en realidad, curables.
“La detección temprana es básica para evitar que se receten antibióticos innecesarios.”
Este verano ha habido un fraude alimentario por la contaminación de huevos con el pesticida fipronil, que ha afectado a toda Europa y parte del mundo. ¿Qué cree que ha fallado?
A partir del momento en que Bélgica comunicó el fraude, el 20 de julio, la Comisión Europea actuó muy rápidamente a través del Sistema Europeo de Alerta Rápida. Ofrecimos a los países todas las herramientas de ayuda disponibles y nos comunicamos inmediatamente con ellos para asegurarnos de que se aplicaran todas las medidas nacionales. En la UE, cada día se producen 330 millones de huevos, o sea que, en una semana, se generan más de mil millones, pero los huevos contaminados fueron una parte ínfima de este total, más o menos 40 o 60 millones. Ha sido difícil seguirles la pista, pero los detectamos. Fuimos efectivos a la hora de reaccionar ante este problema, pero tampoco se nos puede pedir que eliminemos el fipronil, porque su uso es legal para los animales que no se destinan al consumo humano. Holanda detectó los primeros casos de uso de fipronil en 2016, pero descartó su peligro para la salud humana y comenzó a investigar la cuestión como un fraude; después, Bélgica pidió explicaciones y fue así como se descubrió. El problema ha radicado en el grado de información y coordinación entre países sobre el fraude, pero se ha evitado que se convirtiera en un problema de salud.
“No me cabe duda: el glifosato no es cancerígeno.”
Para terminar, quisiera hacerle una pregunta personal. Usted nació y vivió hasta los seis años en un gulag. Una experiencia difícil…
(Suspira) Sí. Déjeme que le enseñe una cosa (muestra el mapa de Europa). Mis padres fueron deportados en 1942 a Siberia, a este campo, justo en el Océano Ártico, a Kiossour, donde Stalin emplazó un gulag. Allí es donde nací, en 1951, y donde viví hasta 1956. Después, nos llevaron a una zona cercana a Minsk, a un campo de desplazados donde era de noche las 24 horas del día; no sabía qué significaba la mañana. Cuando cumplí seis años y medio volvimos a Lituania. Cuando llegamos allí, tuve un shock: nunca antes había visto lo que era la civilización. Muchas veces pienso en todo lo que sufrieron mis padres allí, y en todas las personas que murieron. Fue difícil, pero también estoy orgulloso de este pasado, porque mis padres siempre lucharon y, en 1989, la historia me permitió poder firmar la declaración de independencia de Lituania, un momento muy importante de mi vida. Después de lo que he vivido, he aprendido lo que es la vida, la amistad, la humanidad, los derechos humanos, la justicia social y la igualdad que han permitido la creación de la Unión Europea actual.
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