Por muchos títulos, programas u horas de formación empleadas siempre queda la misma pregunta: ¿cómo superar la brecha entre lo que se escucha en el aula y lo que se pide en el trabajo? La tasa de paro de los titulados universitarios (según el INE) varía por rama de conocimiento, desde el 14,2% en Ciencias de la Salud o el 15,4% en Ingeniería y Arquitectura, al 20,4% en Ciencias Sociales e, incluso, alcanza el 28% en Humanidades.
JAVIER TAFUR. Director de ESCP Europe Madrid campus.
¿Es esta brecha responsable del bajo ROI de la formación? ¿Es evitable? Lo es, pero no como intentan los teóricos. Se pueden hacer las cosas de forma diferente, con itinerarios personalizados, midiendo niveles de competencia antes y después de los programas, evaluando el impacto de la formación en la eficiencia operativa de la empresa. Se trata de aplicar a la formación, las mejores prácticas de otros sectores industriales. Se trata de buscar una experiencia motivadora de los participantes, que a su vez tenga un impacto (medible en ROI) para la organización.
Profesionales de la docencia y la tecnología con experiencia en el negocio y en la industria, como nuestro colega, el profesor J. R. Cobo, que usan nuevos enfoques pedagógicos que parten del aprendizaje reflexivo, desarrollan habilidades de pensamiento crítico y mejoran el desempeño futuro mediante el análisis de prácticas profesionales. Aplicando hoy metodologías de e-learning by doing, active learning y adaptive learning, y utilizando el conocimiento y la experiencia adquiridos por los usuarios, guían el aprendizaje a través de preguntas y debates relacionados con los problemas críticos y recurrentes. Así, el conocimiento basado en las mejores prácticas se recopila en un entorno de comunidades de práctica colaborativa para compartir conocimientos con perfiles similares en la organización e identificar técnicas prácticas y útiles.
La base hoy radica en compartir. Compartir el conocimiento entre diferentes comunidades; compartir entre personas que comienzan juntas un viaje de aprendizaje en distintos niveles. Los beneficios de este enfoque pedagógico son el aprendizaje compatible con la actividad profesional, la resolución de problemas reales y el intercambio de conocimientos. Se busca la creación de conocimiento, la construcción de equipos y, por supuesto, disminuir la curva de aprendizaje para nuevos profesionales.