El contexto de recesión global provocado por la Covid-19 pone en duda el compromiso de los países para luchar contra el cambio climático en un año en que la demanda energética sufrirá el mayor hundimiento de los últimos 70 años
Texto: Adrià Gratacós Torras
El 2020 estaba llamado a ser un año crucial para la lucha contra el cambio climático. La coordinación global para mitigar el crecimiento de la temperatura llegaba este año a un nuevo escenario, con la ratificación de nuevos objetivos en la reducción de emisiones de efecto invernadero. En el marco de la Cumbre del Clima COP 26, que se tenía que celebrar en el Reino Unido, los países firmantes del Acuerdo de París tenían que renovar e intensificar sus compromisos.
La referencia de estos nuevos acuerdos la marcaba la ONU a inicios de año con su informe sobre Brechas de Emisiones: las emisiones de efecto invernadero se tenían que reducir un 7,6% cada año entre 2020 y 2030. Un objetivo imprescindible si no se quería perder la oportunidad de limitar el calentamiento global a un máximo de 1,5 grados centígrados.
Pero la eclosión de la pandemia producida por la Covid-19 ha relegado los esfuerzos de los Estados en la lucha contra el cambio climático a un segundo plano. Los requerimientos sanitarios de confinamiento y distanciamiento social han obligado a posponer la Cimera del Clima, prevista de celebrar en el mes de noviembre en la ciudad británica de Glagow. Una cita que se convertía en clave, y donde teníamos que conocer los planes de reducción de emisiones de los países firmantes. Pero, por otro lado, los efectos de la COVID-19 en la actividad económica comportarán una reducción global del consumo energético.
Una reducción de emisiones insuficiente, a pesar de la paralisis económica y productiva
La Covid-19 ha comportado una reducción dràstica de la actividad económica, industrial y de movilidad sin precedentes en la mayoría de economías del planeta. Según datos de Apple y Google, la actividad ha caído hasta un 70% en las últimas semanas en países como España, Italia o Francia. La reducción de la actividad económica está comportando un impacto directo en la producción y, consecuentemente, en las emisiones de CO2.
Según calcula la Agencia Internacional de la Energía (AIE) las emisiones en 2020 se reducirán un 8% respecto a 2019. Se trata de un porcentaje que rozaría la demanda de la ONU. La reducción de emisiones vendrá potenciada, principalmente, por la caída de la demanda del petróleo, que se hundirá un 9%. De hecho, la AIE pronostica que la demanda energética caerá este año un 6% en todo el planeta. Se tratará de la mayor caída de la demanda de los últimos 70 años.
Así pues, la pandemia provocada por la Covid-19 conseguirá romper una tendencia alcista en la emisión de gases de efecto invernadero. De hecho, en la última década el volumen de emisiones se ha incrementado a un ritmo del 1% anual. Un incremento inasumible para el planeta.
En la última década el volumen de emisiones se ha incrementado a un ritmo del 1% anual
Movilizar recursos contra el cambio climático con la misma intensidad que se hace con la Covid-19
Pero las consecuencias beneficiosas para el medio ambiente que podría suponer la Covid-19 en un primer momento, podría generar un efecto boomerang a medio y largo plazo. Un boomerang que impactaría, quizás sin remedio, debido a la falta de voluntad política por parte de los países. Según el secretario general de la ONU, el mayor riesgo supone en estos momentos la Covid-19 para la supervivencia del planeta es que los responsables políticos apuesten por “no hacer nada” para combatir el cambio climático.
Al primer obstáculo que supone no poder celebrar la Cumbre de Glagow para avanzar hacia la descarbonización de la economía, se tendría que añadir la falta de inversión pública en la lucha contra el cambio climático. Por este motivo, la ONU apuesta por combatir el cambio climático “con la misma intensidad” que se hace con la Covid-19 e invirtiendo la mayor cantidad de recursos posibles. En estos momentos, según la ONU, 70 países se han comprometido a eliminar sus emisiones para 2050. Un número que es insuficiente ya que estas potencias solo suponen el 25% del total de emisiones. Ni los Estados Unidos ni la China han suscrito el acuerdo, cosa que, según la ONU, imposibilita conseguir los objetivos para controlar la temperatura del planeta.
Desde el Grupo Español para el Crecimiento Verde (GEVC) también apuestan porque los estímulos económicos del gobierno español para combatir la Covid-19 se “alineen con las acciones para afrontar los retos en materia climática y sostenibilidad”. La Asociación, que apuesta por la colaboración público-privada para combatir el cambio climático, aleta que las iniciativas que se tomen “no pueden menospreciar los recursos y oportunidades para avanzar hacia un modelo económico sostenible.
“Ni los Estados Unidos ni la China han suscrito el acuerdo, cosa que, según la ONU, imposibilita conseguir los objetivos para controla la temperatura del planeta”
El Green Deal europeo, más necesario que nunca
La crisis provocada por la Covid-19 podrá promover cambios disruptivos en el modelo industrial de los países. “Esta crisis podría producir un cambio de estrategia de la industria europea y virar hacia una reestructuración de la capacidad productiva de Europa” asegura Francesc Prior, doctor en economía y profesor d’ESIC Business & Marketing School. De hecho, el propio Comisario Europeo para el Mercado Interior, Thierry Breton, ha asegurado que la crisis de la Covid-19 podría servir para relanzar la industria y relocalizar sectores estratégicos de la Unión Europea.
Así, la Covid-19 podría suponer una nueva era para el proceso de globalización que la Comisión Europea quiere que sea “más equilibrado”, y que pude suponer un reto para el viejo continente para acelerar su transición hacia la economía circular. De hecho, la Comisión Europa se muestra dispuesta a priorizar la lucha contra el Cambio Climático, incluso en un contexto de pandemia. El organismo comunitario ya ha dado luz verde a una partida de 100.000 millones de euros por hacer realidad el Gran Pacto Verde (Green Deal) europeo.
El Green Deal requerirá de una inversión de 260.000 millones de euros, lo que supone el 25%del presupuesto de la Unión Europea
Un pacto que pretende revolucionar el modelo económico productivo y de movilidad de la Unión Europea en poco más de cuatro años. Un auténtico reto que considera unas 50 acciones concretas y que pretende que Europa sea en 2050 el primer continente del mundo sin emisiones. La Comisión Europea calcula que el Green Deal requerirá de una inversión de 260.000 millones de euros, lo que supone el 25% del presupuesto de la Unión Europea. Y los objetivos son claros: reducir las emisiones en un 50% o 55% en diez años.
Para conseguirlo, el Plan contempla actuaciones en cinco principales áreas: la industria, la movilidad, la alimentación, la construcción y la defensa de la biodiversidad. La Comisión Europea asegura que la industria es, a día de hoy, la responsable del 20% de las emisiones d ela UE. El Plan incluye ayudas a empresas para transformar su producción hacia la economía circular y libre de emisiones. También se potenciará la transformación de los sectores industriales más contaminantes, como el textil, la electricidad, los plásticos y la construcción.
Otra punta de lanza del Green Deal lo encontramos en la movilidad, que supone el 25% de las emisiones de la comunidad. EL Plan de la Comisión Europea trabajará por una movilidad limpia de coches, transporte marítimo y aéreo. Se eliminarán las ayudas a combustibles fósiles y se invertirá en el desarrollo de alternativas. En referencia a la alimentación, la estrategia actuará en los sectores agrícola y pesquero. Se reducirá el uso de pesticidas i se fomentará el cultivo orgánico y la producción de proximidad.
En relación a la construcción, el plan pretende mejorar la eficiencia energética de los edificios europeos para reducir su consumo energético. Según la Comisión Europea, actualmente los edificios representan el 40% del consumo de energía del viejo continente. Finalmente, la Comisión Europea pretende que el Green Deal siva para cuidar la biodiversidad, la calidad de los mares y los océanos y los bosques, y desarrollar el concepto de “ciudad verde”.