El estallido del coronavirus está dominando el escenario 2020 de una forma abrumadora, con efectos en múltiples dimensiones. Intentaremos sistematizar en forma de decálogo algunas consideraciones básicas para tratar de comprender los retos planteados.
Juan Tugores Ques. Catedrático de Economía de la UB.
1- Una primera evidencia es constatar como la globalización no tiene únicamente dimensiones económicas y empresariales, sino que las facilidades de transporte y comunicaciones tienen implicaciones en otros muchos ámbitos como la rápida e intensa difusión de infecciones, además de otros problemas que superan con facilidad distancias y fronteras como los medioambientales… y las fake news. Una aparente paradoja es cómo la difusión del coronavirus facilitada por la globalización está activando respuestas que contribuyen a desglobalizar, desde las cancelaciones de viajes y eventos supranacionales hasta las distorsiones en el funcionamiento de las cadenas globales de valor.
2- Debe constatarse que, siendo cierto que la magnitud de los efectos se asocia en buena medida a la novedad e inicial desconocimiento del tipo de infección, también es cierto que a lo largo de la historia se han dado importantes episodios en que esas patologías han tenido un papel decisivo. En estas semanas se está volviendo a citar mucho un libro de 1997 del profesor de UCLA Jared Diamond cuyo título “Armas, gérmenes y acero” explicita cómo la historia de la humanidad ha estado marcada por guerras, control de tecnologías… y gérmenes que han afectado de forma, en ocasiones devastadoras, a poblaciones enteras. El caso más conocido fue la Peste Negra que, a mediados del siglo XIV redujo drásticamente la población en Europa, contribuyendo a revalorizar el “factor convertido en escaso” (el trabajo) y coadyuvando con ello al final del feudalismo y emergencia del Renacimiento. La denominada gripe española agravó las consecuencias ya de por sí durísimas de la primera guerra mundial. Los casos más recientes de las infecciones VIH-Sida, Ébola y Síndrome Respiratorio Agudo han generado atención y alarma.
Una aparente paradoja es cómo la difusión del coronavirus facilitada por la globalización está activando respuestas que contribuyen a desglobalizar
3- Desde la perspectiva más estrictamente económica la situación plantea problemas tanto por el lado de la demanda como por el de la oferta, una dualidad de gestión más compleja. Por el lado de la demanda las incertidumbres y desconfianzas están reduciendo el consumo, ralentizando inversiones y flujos comerciales internacionales. Por la vertiente de la oferta también se producen efectos importantes, como la contracción en la capacidad de producción en algunos lugares… sin que el teletrabajo sea siempre un sustitutivo adecuado, o las grandes disrupciones en las cadenas globales de valor, con interrupciones o dudas sobre la cuantía y/o puntualidad de los aprovisionamientos de materias primas o componentes. Algunos efectos colaterales como la caída en la demanda de petróleo y otras commodities, con algunas repercusiones sobre los precios (siempre atendiendo a si la demanda se ve más contraída que la oferta) merecen asimismo atención.
Desde la perspectiva más estrictamente económica la situación plantea problemas tanto por el lado de la demanda como por el de la oferta, una dualidad de gestión más compleja
4- La caída en la actividad económica -que trunca el modesto inicio de la recuperación que se esperaba tras un delicado 2019- pone a prueba la capacidad de respuesta de las políticas públicas: además de las sanitarias, por supuesto, asimismo llegan presiones a las macroeconómicas. Las reticencias que apelaban a reducidos márgenes de maniobra se ven desbordadas por la magnitud de los problemas. La prioridad es mantener lo más intactos posible los activos económicos –sosteniendo la capacidad de consumo de trabajadores, las operativas de los autónomos y las empresas- con medidas que, según los países, combinan en proporciones variables transferencias directas (subsidios a afectados por Expedientes de Regulación Temporal de Empleo, por ejemplo), garantías de liquidez y financiación suficientes para cubrir el período (de duración difícil de estimar) que dura la contracción de la actividad. El objetivo debe ser estar en disposición de reiniciar lo más rápidamente posible cuando sea posible, sin haber perdido o deteriorado por el camino fuentes de empleo, riqueza y bienestar.
5- Europa se ve, de nuevo, sometida a examen. Debemos recordar la frase de uno de los padres de la integración europea, Jean Monnet, acerca de que “Europa se forjará en la crisis” y que lo que acabe siendo Europa será el resultado de las respuestas a sucesivas crisis. Tras las críticas a las respuestas inadecuadas a la crisis de hace una década, parece que, pese a algunas vacilaciones de unos días que se hicieron eternos, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea reaccionan de forma más adecuada a las urgencias. Incluso temas a la vez emblemáticos e importantes como los eurobonos (emitidos con respaldo del conjunto de la UE) parecen avanzar, posiblemente facilitados por el hecho de que el “shock del coronavirus” es simétrico (afecta a todos los países, ricos y pobres, del Norte y del Sur).
El objetivo debe ser estar en disposición de reiniciar lo más rápidamente posible cuando sea posible, sin haber perdido o deteriorado por el camino fuentes de empleo, riqueza y bienestar
6- Las cadenas globales de valor o de suministros se han convertido en una de las formas de organizar la producción a escala global más relevantes. Sus ganancias en términos de eficiencia y costes han sido destacadas pero ahora aparecen los riesgos de vulnerabilidad ante situaciones que colapsen una parte de la llegada de componentes. Ya sucedió en 2011 con los problemas de la central nuclear de Fukushima (Japón) que alteraron durante meses la normalidad del aprovisionamiento de importantes empresas. Los planes de contingencia, las alternativas en la seguridad de los suministros, se revalorizaron dentro de las estrategias de organización de la producción, pero los problemas recientes han evidenciado que las garantías de fluidez en su funcionamiento no eran completas. Es cierto que, como en otros aspectos, algunos cambios habían empezado a producirse antes del coronavirus: las fricciones comerciales entre Estados Unidos y China ya estaban conduciendo a algunas corporaciones a reconfigurar la geografía de sus cadenas de valor –a veces hacia otros países, a veces hacia el país de origen de la corporación- para no estar expuestos a riegos como las variaciones arancelarias u otras medidas con incidencia en la fluidez de los flujos comerciales e inversores. Ahora los riesgos sanitarios se añaden a los comerciales para acentuar esas tendencias.
7- El debate sobre la cooperación internacional encuentra un nuevo caso de aplicación. El eslogan “problemas globales, soluciones globales” asumido incluso por el G20 se había visto debilitado en los últimos años por la proliferación de planteamientos unilateralistas en comercio internacional (con medidas proteccionistas fuera de las reglas del sistema multilateral de comercio), o en temas medioambientales (con la retirada de Estados Unidos de algunos importantes compromisos como los de París frente al calentamiento global). La evidencia de que los gérmenes superan las fronteras, pese a las restricciones migratorias, y el verse afectado un valor tan básico como la vida humana, debería conducir a plantear con fuerza los requerimientos de coordinación en estas dimensiones tan delicadas.
Debemos recordar la frase de uno de los padres de la integración europea, Jean Monnet, acerca de que “Europa se forjará en la crisis” y que lo que acabe siendo Europa será el resultado de las respuestas a sucesivas crisis
8- En un mundo de avances tecnológicos espectaculares constatamos cómo la base humana de la actividad, incluido el aspecto más elemental de la proximidad entre las personas, sigue siendo un ingrediente esencial aunque sea para ser visto ahora como potencial fuente de contagios. Las respuestas aislacionistas –desde no estrechar la mano a confinamientos en domicilios- abren nuevas dinámicas que, en parte, refuerzan tendencias ya iniciadas. Más teletrabajo –haciendo de la necesidad virtud-, más reuniones virtuales –incluidos los encuentros de primavera del FMI y Banco Mundial-, más enseñanza a distancia –incluso en escuelas y universidades tradicionales presenciales-, incluso más espectáculos realizados a puerta cerrada y con teleasistentes a través de dispositivos y pantallas. Pero los cambios de comportamientos implementados por la crisis del coronavirus, ¿contribuirán a cambiar las formas de funcionar incluso tras ese episodio? ¿Actuará de catalizador de la aceleración de nuevos formatos?
9- El epicentro de este problema ha sido China, como el de la crisis financiera fue Estados Unidos. Cada una de esas perturbaciones tuvo alcance global pero siempre el foco central queda especialmente impactado. La percepción de solidez del sistema financiero de Estados Unidos no ha vuelto a ser la misma que antes de 2008; la fiabilidad del aprovisionamiento de componentes procedente de China, probablemente tampoco volverá a ser la misma. Pero asimismo es cierto que China ya no aspira a ser (solo) la fábrica del mundo, sino que quiere ser centro tecnológico e industrial de alta calidad, en su objetivo de ascender a la hegemonía mundial. Esta es otra cuestión abierta: ¿cómo afectará la crisis del coronavirus a la pugna geopolítica por esa hegemonía? Más allá de las teorías conspirativas, habituales en estos casos, China tiene el reto de demostrar que su pretendido status de superpotencia se ratifica, no sólo gestionando y superando los impactos inicialmente muy negativos sobre su economía, sino, como ya ha empezado a hacer, ofreciendo asesoramiento y apoyo a otros países afectados, con un formato que recuerda el Plan Marshall con que Estados Unidos apoyó a –y expandió su influencia en- Europa tras la segunda guerra mundial.
El debate sobre la cooperación internacional encuentra un nuevo caso de aplicación. El eslogan “problemas globales, soluciones globales” se había visto debilitado por la proliferación de planteamientos unilateralistas
10- A modo de resumen, la dimensión global de la infección coronavirus pone a prueba las tentaciones desglobalizadoras en parte iniciadas, presiona sobre los márgenes de maniobra de las políticas públicas, plantea un reto en dimensiones cruciales a la cooperación internacional e incide sobre la forma de articular las relaciones entre tecnología, personas y formas de funcionar las sociedades. Decididamente el mundo será diferente después de esta crisis y, parafraseando a Jean Monet, cómo quede el mundo dependerá de la forma en que afrontemos esta excepcional situación.