Vivimos en una sociedad cada vez más compleja, más dinámica y más interdependiente. En este contexto, tomar buenas decisiones de gobierno o afrontar con acierto los grandes retos colectivos se han convertido en tareas cada vez más difíciles, casi imposibles. Ahora bien, ¿hasta qué punto es esta situación inevitable?
Daniel Ortiz i Llargués. Director de Relaciones Institucionales y Comunicación del Institut Cerdà y profesor asociado del Departamento de Ciencias Sociales de ESADE.
Desde el año 2000, aproximadamente, asistimos a la emergencia y progresiva consolidación de un nuevo paradigma socioeconómico basado en la colaboración de todos con todos: gobiernos, empresas y sociedad civil. No es necesario que nadie renuncie a defender sus legítimos intereses, sólo se trata de que lo haga teniendo presente que hay también un interés general, un bien común, que hay que promover y preservar. El éxito de las organizaciones consiste, cada vez más, en aprender a conciliar los intereses particulares y los generales.
Hoy en día la gobernanza es el resultado de tres grandes vectores.
– «El estado relacional, que es consciente de sus limitaciones y opta por impulsar la colaboración público-privada (CPP).
– Las empresas que asumen su rol en la sociedad y se esfuerzan de verdad para ser más responsables.
– La propia ciudadanía, la sociedad civil organizada, que a través del tercer sector refuerza y complementa este modelo.
Un buen ejemplo para ilustrarlo es el convenio de colaboración firmado entre el Departamento de Interior de la Generalitat y las empresas de servicios básicos Aigües de Barcelona, Endesa y Gas Natural Distribución, con el objetivo de mejorar la coordinación en las intervenciones en la vía pública. Un protocolo operativo similar ya existe en Barcelona desde 2008, y en esta ocasión se trataba de extender la iniciativa, a través de los Bomberos de la Generalitat, a 14 municipios de la AMB.