Toda la trayectoria del responsable de la ayuda al desarrollo de la Comisión Europea, el croata Neven Mimica, está ligada a las relaciones exteriores y los asuntos europeos. Ha sido vicepresidente y ministro en diferentes gobiernos y en 1997 fue el encargado de las negociaciones para que su país entrara en la Organización Mundial del Comercio. Desde el 2014 desarrolla un cargo por el que siente una profunda responsabilidad, ahora centrado en sacar adelante los Objetivos de Desarrollo Sostenible y ayudar a resolver de raíz los problemas que desencadenan la migración.
Texto: Esther Herrera. Bruselas
Fotos: Comisión Europea
Ya hace más de un año que tomó posesión de su cargo como comisario. ¿Cuál ha sido el mayor reto al que se ha enfrentado en este tiempo?
El 2015 estuvo marcado por grandes desafíos globales. Desde la inseguridad –con los ataques a la Universidad de Garissa, en Kenia, a principios de año; la amenaza de Boko Haram; o los atentados de París–, las desigualdades de género, los efectos del cambio climático, o las consecuencias del Ébola en África occidental. Pero, sin duda, uno de los principales retos del año fue la crisis de refugiados, y es que miles de personas ponen sus vidas en peligro en inseguras rutas hacia Europa. Los acontecimiento internacionales tienen un alcance que no podíamos imaginar a principios de 2014. Por ello, la cooperación y la ayuda al desarrollo son ahora más importantes que nunca, porque tienen un rol básico a la hora de actuar en la raíz de los problemas que afectan a la migración y la inseguridad, ayudando a crear puestos de trabajo y mejores oportunidades.

2015 fue el Año Europeo del Desarrollo. ¿Qué balance hace?
El 2015 fue importante porque se enfocó en la importancia del desarrollo. Además, fue la primera vez en la historia que un año europeo se orienta hacia la ayuda al exterior. En 2015 concluyó la Tercera Conferencia Internacional para la Financiación en el Desarrollo en Addis Abeba, Etiopía. También adoptamos la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y este ha sido un gran paso para la comunidad internacional y la UE, porque es el resultado de un proceso que comenzó en 2012 y que la Comisión Europea, en sus inicios, consideraba una de sus prioridades.
«Solucionar la crisis migratoria es responsabilidad de los países de origen, de tránsito y de destino.»
Desde el 1 de enero de 2016 los Objetivos de Desarrollo Sostenible (o Agenda 2030) sustituyen a los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Sin embargo, muchos de estos no se han conseguido. ¿Cree que esta vez será diferente?
Ha habido mejoras desde que se adoptaron los Objetivos del Milenio y ha habido cambios en la vida de personas. Por ejemplo, el número de personas que viven en extrema pobreza ha caído a la mitad desde 1990, de los 1.900 millones de personas entonces se ha pasado a los 836 millones actuales. También se ha triplicado desde 1991 el número de personas que forman parte de la clase media, y las nuevas infecciones por VIH han descendido un 40% en los últimos 13 años. Estos son ejemplos donde ha habido un gran progreso, pero es verdad que ha sido desigual. Por ello, la Agenda 2030 trabaja para completar los puntos que no se consiguieron con los Objetivos del Milenio y aún va más allá, porque es un proyecto mucho más ambicioso. El objetivo es erradicar la pobreza, no hay que dejarse a nadie, pero también adaptarnos a nuevos desafíos, como el cambio climático, la desigualdad de género o el acceso a un trabajo digno. Lograr un desarrollo sostenible que «no se deja a nadie» requiere un esfuerzo colectivo importante y todos los países y actores involucrados deben poner de su parte.
La Alianza Global para el Cambio Climático es una iniciativa europea que pretende ayudar a los países subdesarrollados que ya sufren las consecuencias. ¿Cuáles han sido los resultados concretos del proyecto?
Desde 2007, la Alianza ha participado en 51 programas en 38 países y 8 regiones. La nueva fase comenzará a partir del 2020, y aspira a ser una de las herramientas principales de apoyo para los países subdesarrollados para luchar contra el cambio climático, con un presupuesto en torno a los 350 millones de euros provenientes de fondos europeos. Entre los proyectos impulsados hay uno en Bután que ayuda al país a utilizar más las energías renovables y a mantener un mínimo del 60% de su superficie como bosque.
La UE se ha comprometido a otorgar 1.800 millones de euros para el Fondo Fiduciario para África. ¿Qué papel puede tener el continente en la crisis de refugiados?
Encontrar solución a la crisis migratoria es una responsabilidad compartida entre los países de origen, de tránsito y de destino. Por este motivo, tenemos que aumentar la cooperación con nuestros países socios, especialmente con África, que tiene un papel decisivo. La migración está profundamente relacionada con los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, que reconocen la migración y la movilidad como una fuerza positiva e importante para el desarrollo de los países. En este sentido, la Comisión Europea apuesta por una mejora de la situación de los países de origen y de tránsito y de los propios migrantes. La última cumbre sobre migración, celebrada en La Valetta, Malta, a principios del mes de noviembre, marcó nuestras futuras relaciones con África. Allí se habló sobre las razones por las que las personas se ven forzadas a desplazarse, y se decidió que se reforzará la cooperación para abordar la cuestión de la migración. Ahora los compromisos firmados deben convertirse en resultados tangibles para la población y sus países. Junto con los instrumentos ya existentes y el fondo fiduciario, pueden ser tener muy buenos resultados.
«El objetivo de la Agenda 2030 es erradicar la pobreza, no hay que dejarse a nadie, pero también adaptarnos a nuevos desafíos, como el cambio climático, la desigualdad de género o el acceso a un trabajo digno.»
Uno de los problemas que tiene el continente africano es su inestabilidad política, sobre todo en el cuerno de África. ¿Cómo está actuando la UE en este problema?
La UE tiene una larga relación de cooperación con la región del cuerno de África. No habrá una verdadera paz ni se creará un estado fuerte si no se ayuda a los refugiados de países como Somalia, donde el 20% de la población es refugiada. Por eso anunciamos la ayuda de 60 millones de euros a los refugiados somalíes que se encuentran en Kenia. Por un lado, 50 millones se destinarán a una mejor reintegración en su país, por ejemplo aumentando los servicios básicos y dando más oportunidades para poder trabajar y desarrollarse. Esto puede ayudar a que los refugiados somalíes quieran volver a su casa de forma voluntaria desde Kenia, Yemen o de otros países del cuerno de África. Y por otro, los 10 millones restantes están destinados exclusivamente a mejorar las condiciones de vida de los que se encuentran en la zona del norte de Kenia, ya que no siempre será posible que vuelvan a su país de origen. La UE es el principal soporte de Somalia, tanto a nivel financiero como político. Los resultados de esta cooperación se notan especialmente en el ámbito de la educación, pues 50.000 niños han podido ir a la escuela, y más de 700.000 personas tienen ahora acceso a agua potable. La UE también ha sido imprescindible en la formación de jueces y policías.
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