Món Empresarial asistió el pasado mes de marzo a la conferencia que sobre los efectos que las políticas monetarias tienen sobre la economía real y, en concreto, sobre el coste de hipotecarse, impartió el economista Finn E. Kydland (Gjesdal, Noruega, 1943) en la Universidad Autónoma de Barcelona con motivo del taller MOVE Barcelona Macroeconomics Workshop. Esta es la crónica de la jornada.
Texto y fotos: Alicia Fàbregas
«Es en los países donde las hipotecas son a tipo de interés variable donde las políticas monetarias pueden tener un efecto mayor»
El pasado viernes 20 de marzo, el economista e investigador Finn E. Kydland fue uno de los invitados por la Fundación Markets, Organizations and Votes in Economics (MOVE) para impartir la conferencia «Mortgages and Monetary Policy» dentro del primer taller MOVE Barcelona Macroeconomics workshop. El Premio Nobel de Economía de 2004 (galardonado junto con su compañero de investigación, el estadounidense Edward C. Prescott) acudía así a la sala de seminarios del Instituto de Análisis Económico (IAE-CSIC) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) para impartir una charla sobre los efectos que las políticas monetarias tienen sobre la economía real y, en concreto, sobre el coste de hipotecarse. Antes, sin embargo, habían pasado por el IAE-CSIC otros expertos del mundo de la economía a nivel internacional como Juan Pablo Nicolini, investigador en el Banco de la Reserva Federal de Minneapolis, o Timothy J. Kehoe, profesor de Economía de la Universidad de Minnesota, que trataron temas como los tipos de cambio real y los precios de los bienes, o de qué manera se pueden reformular las etapas de crecimiento de los países.
Políticas monetarias, sector inmobiliario y ciclos económicos
El Premio Nobel abría la conferencia asegurando que una de las cosas que le fascina de la macroeconomía dinámica «es que los resultados de mis estudios siempre acaban por sorprenderme, nunca obtengo lo que esperaba en un inicio». Así, el experto explicaba que el análisis que venía a presentar -«Mortgages and Monetary Policy», publicado en diciembre de 2013 y llevado a cabo junto a los economistas Carlos Garriga y Roman Sustek*-, también le había llevado a unas conclusiones que nunca habría imaginado en un principio.
«Si observamos el tamaño de la deuda en hipotecas como porcentaje del PIB anual, en algunos países llega al 100%.»
Según afirmaba Kydland, «todo comenzó observando hasta qué punto en algunos países el sector inmobiliario ha liderado los ciclos económicos, como es el caso de EEUU, y en otros simplemente ha coincidido con estos». A partir de aquí, el Premio Nobel expuso al auditorio de qué modo los tipos de interés de las hipotecas varían a lo largo de los ciclos económicos, y como estos, y la inflación, afectan a la demanda de viviendas y el sector inmobiliario. «Si miramos el tamaño de la deuda en hipotecas como porcentaje del PIB anual -señalaba Kydland-, en algunos países llega al 100%, y los pagos de la hipoteca como fracción de los ingresos netos puede estar alrededor del 20%, como es el caso de EEUU, por ejemplo, o aún más elevado, como en el Reino Unido, Alemania o Francia.» Un dato que, según el economista, demostraría lo importante que es conocer bien las características del sector inmobiliario, y ser capaz de prever e influenciar sus movimientos a través de la política monetaria.
Basándose en esta máxima, pues, Garriga, Sustek y Kydland construyeron en su estudio de 2013 un modelo de equilibrio que divide los consumidores de Estados Unidos según sus niveles de poder adquisitivo en relación con cuáles de ellos son propietarios de viviendas. De esta manera son capaces de entender a partir de qué momento una persona decide destinar sus ahorros a comprar una casa y qué movimientos económicos le afectan a la hora de tomar esta decisión.
Además, el modelo explica, entre otras cosas, cómo los choques que provoca una inflación persistente tienen un mayor impacto sobre el precio de las hipotecas que las fluctuaciones cíclicas de la economía en la inflación y los tipos de interés nominal.
«Se podría pensar que la rigidez más estricta debería aparecer cuando hay hipotecas con tipo de interés fijo y, por tanto, sería aquí donde [la política monetaria] tendría un efecto más grande, pero resulta que es a la inversa.»
La dificultad de los 30 períodos y la consistencia temporal
Llegar a diseñar este modelo y resolverlo, sin embargo, no fue fácil. La parte más complicada para los tres investigadores fue conseguir poder tener en cuenta las hipotecas a 30 años, es decir, construir un modelo que se pudiera resolver para 30 períodos en el tiempo futuro. «Básicamente, la literatura pasada no ha ido nunca más allá de modelos donde se financia el inmueble utilizando hipotecas que duran solo un período o, en algunos casos, dos períodos -razonaba el Premio Nobel en la charla-, aunque sabemos que normalmente las hipotecas son a 30 años.” De hecho, fue Sustek quien encontró el método para salvar este problema, resumiendo todo a tres variables combinadas en el tiempo.
Con todo, una vez superados estos obstáculos, Kydland explicaba que fue más sencillo llegar a obtener resultados concretos. Uno de los más importantes, según aseguró, «fue descubrir que es en los países donde las hipotecas son a tipo de interés variable donde las políticas monetarias pueden tener un efecto mayor.» Como decía el experto, «si lo piensas de una manera naif, se podría creer que la rigidez más estricta debería aparecer cuando hay hipotecas con tipo de interés fijo y, por tanto, debería ser aquí donde [la política monetaria] tendría un efecto más grande, pero resulta que es a la inversa.»
Sería el caso del Reino Unido o de Australia, por ejemplo. Por ello, a juicio de los tres economistas, es en estos estados donde es más importante diseñar políticas monetarias teniendo en cuenta estos efectos: pensando en el largo plazo para conseguir fomentar la inversión en el mercado inmobiliario, y prever cómo se comportarán el sector y los consumidores. Se busca así la consistencia temporal -término muy estudiado por Kydland-, que implica que si se anuncia una determinada medida económica, ésta se debería acabar cumpliendo. O dicho de otro modo: para obtener la máxima eficiencia económica, los políticos deben actuar de una forma comprometida, de modo que, partiendo de la suposición de que los consumidores tienen expectativas racionales -actuando en función de lo que esperan que pasará -, aumente la certeza y la estabilidad en la economía del país.
«Una de las cosas que nuestro modelo dice es que el efecto [de mantener los tipos de interés bajos durante bastante tiempo] es muy probable que sea más pequeño en un país como EEUU, donde las hipotecas a tipo de interés fijo representan cerca de un 70% del total de hipotecas, que en el Reino Unido, donde la mayoría de las hipotecas son a tipo de interés variable.»
La importancia del modelo hipotecario
¿Más datos que sustenten la idea de que el impacto de las políticas monetarias depende en gran medida del modelo de tipo de interés hipotecario? Kydland las aportaba al auditorio: «En la situación actual, donde los tipos de interés se han mantenido bajos durante bastante tiempo, tenemos un claro ejemplo de movimiento persistente sobre los tipos de interés y el nivel de inflación. Una de las cosas que nuestro modelo dice es que el efecto de esto es muy probable que sea más pequeño en un país como EEUU, donde las hipotecas a tipo de interés fijo representan cerca de un 70% del total de hipotecas, que en el Reino Unido, donde la mayoría de las hipotecas son a tipo de interés variable.» En este caso, pues, para el economista sueco lo más adecuado sería una política monetaria donde se dé peso al efecto redistributivo, por el tipo de características de transferencia de riqueza entre aquellos que tienen dinero y los que son propietarios de inmuebles. Sin embargo, el experto ya avanzó durante la charla que junto con Garriga y Sustek están trabajando en un nuevo estudio que termine de aclarar cuál sería la política monetaria óptima bajo estas asunciones.
Finalmente, y para concluir su intervención, Kydland también se refirió a la situación de la zona Euro, destacando su complejidad -«hay una serie de países con hipotecas a tipo de interés fijo y otros variable», dijo-, un hecho que le llevó a preguntarse: «¿Cómo diseñar una política monetaria que fuera óptima para todos ellos por igual?». La respuesta, tal vez, en su próxima conferencia.
En alguna de sus visitas a España, el Premio Nobel de Economía sueco Finn E. Kydland ha expresado su opinión sobre algunas medidas que se han adoptado con la crisis, como el rescate de determinados bancos y, en concreto, el caso de Bankia. Para él este tipo de acciones lo único que consiguen es que otros bancos que se encuentran en dificultades también quieran ser rescatados. A su juicio, en cambio, sería mejor incentivar a aquelles entidades que están siendo gestionadas de una forma eficiente, de modo que se las motive a seguir por el buen camino. Un buen camino que, afortunadamente, para el economista e investigador ya han tomado las autoridades españolas. Así, en una entrevista concedida a La Vanguardia en el año 2012, el Nobel lanzaba un mensaje esperanzador: «España puede aprender de sus errores, hacer reformas y volver a crecer.» Pero para ello, el experto recordaba que «es importante que aprenda a preservar sus instituciones y su sistema económico de los intereses partidistas a corto plazo».
Graduado en 1968 en Economía por la Norwegian School of Economics and Business Administration (NHH) y Doctorado en 1973 en Economía por la Carnegie Mellon University (donde conocerá a Edward C. Prescott, con quien en 1977 publicará el artículo que les hará merecedores del Premio Nobel), hay dos influencias clave en la vida de Finn E. Kydland. La primera la ejerce Harald Aarrestad, director de una empresa noruega de importación de peces, que será el encargado de introducir al futuro economista en el mundo de la contabilidad, haciendo que abandone la idea de estudiar ingeniería. El otro pilar fundamental para el desarrollo profesional de Kydland será Sten Thore, profesor e investigador en la NHH, que lo encamina hacia la investigación económica y lo aleja de un posible futuro en el mundo empresarial. Con él, además, se trasladará a la Carnegie Mellon University, en Pittsburg, Estados Unidos, para continuar con la investigación y sus estudios.
Actualmente Kydland trabaja en la Universidad de California en Santa Bárbara donde, con el dinero del Premio Nobel, ha creado un centro de investigación. El economista, sin embargo, también es Catedrático de la Carnegie Mellon, profesor adjunto de la NHH, profesor Honoris Causa de la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires y consultor asociado para la investigación en los bancos de la Reserva Federal de Dallas, Minneapolis y Cleveland.
La Real Academia Sueca de las Ciencias premió a Finn E. Kydland (junto con Edward C. Prescott) con el Premio Nobel de Economía en 2004 «por sus contribuciones a la macroeconomía dinámica: la consistencia en el tiempo de las políticas económicas y las fuerzas que impulsan los ciclos económicos».
Aproximándose a lo que se denomina el «problema de la asignación» de una manera diferente a la convencional, Kydland planteó un juego dinámico que suponía una alternativa a la solución de no cooperación del Teorema de Nash. Así, trabajando con Prescott, llegaron a demostrar que los resultados económicos siempre mejoran si los actores políticos se comprometen y cumplen con sus políticas económicas a largo plazo, independientemente de los intereses partidistas. Un hecho que reduce la volatilidad de los ciclos económicos porque minimiza la incertidumbre.
Publicado en 1995, Business Cycle Theory (The International Library of Critical Writings in Economics Series) es un compendio de todas las aportaciones del Premio Nobel de Economía Finn E. Kydland sobre la teoría moderna de los ciclos económicos. Dividido en tres partes, cada una ataca un aspecto clave. La primera: el modo de medir, la metodología y las características empíricas de los ciclos económicos; y la segunda y la tercera, los choques e impulsos nominales y reales que afectan a los estos.
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