El renacimiento de la banca ética en la Unión Europea se gestó al calor de la crisis económica. Aunque ya había antecedentes en algunos países del centro y norte del continente, los estados más damnificados por la crisis de deuda soberana o las hipotecas basura –los del sur– vieron cómo otro tipo de finanzas también existía.
Texto: Esther Herrera
Los países pioneros, y donde históricamente la banca social o ética ha estado más arraigada, son los Países Bajos e Inglaterra, según destaca la organización Economistas sin Fronteras. Pero otros estados de toda Europa han seguido sus pasos en los últimos tiempos, como, por ejemplo, Italia, donde hace poco más de un año, se aprobó la Ley sobre las Finanzas éticas que recoge los seis principios básicos de la banca ética, entre los que destacan la transparencia o la imposibilidad para los bancos de tener sedes en paraísos fiscales. Curiosamente, el banco más antiguo del mundo, el Monte dei Paschi di Sienna, es italiano y ha sido recientemente intervenido a raíz de un acuerdo entre las instituciones europeas y el Gobierno italiano, ya que, según la Comisión Europea, la entidad vendió «de forma generalizada y sistemática» préstamos dudosos que provocaron que miles de ciudadanos fueran engañados.
Los países pioneros, y donde históricamente la banca social o ética ha estado más arraigada, son los Países Bajos e Inglaterra, según destaca la organización Economistas sin Fronteras. Pero otros estados de toda Europa han seguido sus pasos en los últimos años, como, por ejemplo, Italia
Los métodos poco éticos no tienen cabida en la banca social y es por eso que este movimiento espera tener cada vez más presencia a nivel europeo. De hecho, a finales de 2017, el presidente de la Comisión de Asuntos Económicos y Financieros, Robert Gualteri, lideró una conferencia de alto nivel en la Eurocámara en la que se abordó la importancia de las finanzas éticas y por qué la UE debería potenciarlas. El encuentro también sirvió para poner sobre la mesa cómo se puede incentivar y mejorar la importancia de las conocidas como «finanzas verdes» (que este tipo de bancos también puedan financiar proyectos destinados a la mejora del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático). La Federación Europea de Bancos y Finanzas Éticas y Alternativas (FEBEA, en sus siglas en francés) es una organización que desde la capital comunitaria defiende la banca social. Aunque sus miembros admiten que «tienen modelos de negocio a veces complicados [comparados con los de la banca tradicional], comparten un mismo objetivo de financiar proyectos de la economía real que aporten un valor medioambiental o social añadido». Y si bien la misma organización reconoce, también, que la banca ética todavía es un segmento «muy pequeño» dentro del total del sistema bancario financiero, advierte a la vez que el sector está creciendo como una «minoría profética» de lo que puede ser el futuro de los mercados financieros.
Poco presente en la agenda europea
Sin embargo, dentro de la agenda política y económica de la UE poco se ha hablado de la banca social. Eurodiputadas como Patrizia Toia y Silvia Costa, ambas italianas, han sido las únicas que han levantado la voz para que este tipo de finanzas tenga más presencia. De hecho, la Comisión Europea no se ha pronunciado mucho sobre la cuestión, aunque sí lo ha hecho sobre la mejora de la transparencia en la banca tradicional, mucho más opaca sobre la forma cómo obtiene sus beneficios. Por su parte, FEBEA explica en su último informe sobre las prácticas de la banca ética que casi el 90% de los miembros de la organización aplica herramientas para verificar el origen de sus fondos y realiza estudios de transparencia detallados sobre la asignación de sus activos bancarios.
A finales de 2017, el presidente de la Comisión de Asuntos Económicos y Financieros, Robert Gualteri, lideró una conferencia de alto nivel en la Eurocámara en la que se abordó la importancia de las finanzas éticas y por qué la UE debería potenciarlas. El encuentro también sirvió para poner sobre la mesa cómo se puede incentivar y mejorar la importancia de las conocidas como «finanzas verdes»
La banca ética también ha sido pionera en poner entre sus líneas rojas que no invertirá en paraísos fiscales mucho antes de que la Unión Europea se decidiera a aprobar una lista de lo que llama «jurisdicciones no-cooperativas en materia fiscal», y donde incluyó 17 países considerados como tales, entre ellos Panamá, Túnez, Barbados o Corea del Sur. Bruselas espera que con esta lista se presione a los estados para que cambien sus legislaciones; si no lo hacen, se les aplicarán sanciones como, por ejemplo, no poder acceder a fondos de desarrollo europeos, refuerzo de la vigilancia en sus transacciones financieras o aumento de auditorías a los contribuyentes que se beneficien de estos regímenes fiscales. La lista, sin embargo, se aguó considerablemente a principios de enero, cuando nueve de los 17 países iniciales se retiraron. El comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, es una de las personas que más ha abogado por esta lista, y ya ha avisado, sin embargo, de que este «no es el final» de la vigilancia de este tipo de regímenes.
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